Debido a la velocidad con la que ocurrieron los hechos, poco se sabía, hasta esta publicación, sobre el hallazgo de la momia de un infante en Tepeapulco; las historias han variado desde 2019, cuando ocurrió el descubrimiento y algunos relatos ubican este suceso en los límites de la leyenda; no obstante, este hallazgo fue real, pero quedó resguardado entre los muros del exconvento de San Francisco de Asís.
Nadia Verónica Vélez Saldaña, actual investigadora del Instituto Nacional de Antropología e Historia de Hidalgo, y quien fungiera como responsable del Proyecto de Protección Técnica del Patrimonio Arqueológico en el estado, explicó en exclusiva a El Sol de Hidalgo, que, los hechos acontecieron el 6 de junio de 2019.
“No tenemos precisión sobre cuánto tiempo le demoró, pero lo que sí sabemos es que una persona indigente realizó una excavación, con herramientas rudimentarias, en uno de los nichos ubicados en el atrio del exconvento. Hizo una especie de túnel de alrededor de unos 30 centímetros de profundidad y luego, continuó, completando una escuadra con un diámetro de aproximadamente 50 centímetros, hasta que alcanzó la caja del acaecido”.
La arqueóloga, señaló que, debido a que la fachada que fue vandalizada por el indigente está ubicada en el lateral derecho del edificio y debajo de una bugambilia de gran tamaño, nadie se percató del hueco que produjo hasta que luego de destruir la caja que resguardaba el cuerpo, lo extrajo y lo cubrió con una cobija con la que salió a la calle con la momia en brazos.
Aterrorizados transeúntes, dieron parte a las autoridades, por lo que, de inmediato, un grupo de policías arribó a la zona y tras realizar las investigaciones ha lugar se percataron que se trataba de un hallazgo histórico, por lo que, además de seguir con los procedimientos legales ha lugar, tras los que se detuvo al indigente, también se notificó al INAH.
De inmediato implementaron un protocolo de resguardo y trasladaron la momia a la capital del estado; sin embargo, un grupo de personas, cuyos apellidos se omiten, reclamaron el cuerpo, debido a que, presuntamente, este había sido extraído de una serie de gavetas, donde se localizan los restos de quienes, acreditaron legalmente, son sus familiares, por lo que demandaron se devolviera a su sitio de descanso, pese, a que el espacio destinado al menor, no contaba con inscripciones.
La investigadora, refirió que, lastimosamente, no se lograron hacer estudios, con base al proyecto Momias de México, con los cuales se pueden obtener datos multidisciplinarios que habrían dado cuenta de causas del fallecimiento infantil, una constante en la época, costumbres funerarias, tratamientos del cuerpo e incluso la alimentación.
Sin embargo, dijo, por lo poco que se pudo apreciar, se trataría de uno de los entierros más antiguos en el exconvento cuya fecha podría oscilar entre 1870 y 1900, el cual vestía un ropón con gorro de tipo bautismal, botas y mallas, aparentemente de sexo masculino y que pudo tener entre tres y seis años al momento de su muerte.
Por último, refirió que el arquitecto del INAH, Sergio Camarena, hizo una caja semejante a la que fue encontrado y finalmente, fue devuelto a la gaveta donde fue encontrado.