Mujer de migrante sorteó su vida sola

Su esposo murió en el desierto en busca de una mejor vida para su familia

Ivet Pasquel

  · martes 11 de enero de 2022

Reyna Flores vive con su madre en una casa que le prestó uno de sus hijos / Foto: Ivet Pasquel

Hace 22 años Jerónimo Altamirano Santos se fue en busca del sueño americano, dejó en México a su esposa Reyna Flores González, y a sus dos hijas, una de apenas siete meses, en un año no supo nada de él, hasta que le hablaron para reconocer sus restos.

Reyna es una señora de 68 años, vive en una casa que le prestó uno de sus hijos que está en Estados Unidos, es madre de siete hijos, las menores son hijas de su esposo Jerónimo, que por necesidad viajó al extranjero en busca de un trabajo para comprar un terreno a su familia.

Debido al maltrato, la mujer salió huyendo de su primer matrimonio, con su esposo tuvo cinco hijos que dejó a su cuidado, años después se volvió a casar, con Jerónimo, pero las dificultades económicas en las que vivían lo obligaron a ir al “norte”.

“Hace 22 años se fue para el norte, al año que se fue nos hablaron los de la migra que hallaron unos restos en el desierto con las pertenencias de Jerónimo Altamirano. Hablaron a Pachuca y luego vinieron la migración para que fuera a reconocer los restos”, recuerda con nostalgia.

Cuenta que su esposo se fue en busca de trabajo, porque deseaban comprar un terreno y hacer una casa, porque en ese entonces pagan renta, “nunca pudimos hacer nada, teníamos nuestras hijas que mantener y luego había veces que había trabajo y otras no”.

La situación económica en la que vivía después de perder a su esposo, la obligó a buscar trabajo para mantener a sus dos hijas, a la menor se la cargaba con un chal en la espalda, mientras que lavaba ropa ajena para obtener unas cuantas monedas para comer.

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“Ganaba 50 pesos, a veces cien pesos pero era rara la vez, con eso le tenía que dar de comer a mis niñas, así me la pase, hasta que crecieron”, relata.

La mujer, asegura que se la vio muy difícil desde que su marido se perdió en su camino a los Estados Unidos, “me quedé sin marido, y hasta le fecha nunca me volví a casar”. En la actualidad ya no trabaja, se mantiene de lo poco que le dan sus hijos y del apoyo que recibe del gobierno federal.