Este 28 de noviembre se conmemora un año más del natalicio de Nicolás García de San Vicente, una de las personas nacidas en Acaxochitlán más destacadas de la historia. Su legado, reflejado principalmente en el ámbito filosófico, académico y político, le valió la develación de una estatua en su honor en el siglo XIX, la cual se instaló en el Paseo de la Reforma en la Ciudad de México; así como la entrega de la medalla póstuma “Miguel Hidalgo”, máximo honor que entrega el Congreso de Hidalgo.
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Nacido en 1793 en el Pueblo Mágico de Acaxochitlán, Nicolás García de San Vicente se desempeñó primero como sacerdote, aunque también se dio a conocer por defender la educación principalmente en infancias, hecho que le dio el mote histórico de "apóstol de la educación mexicana". Asimismo, sentó los precedentes para el entendimiento del lenguaje español.
Hijo de José García de San Vicente y de María Josefa Fernández Pastrana y Arias, tras residir sus primeros años en Acaxochitlán, se mudó a Zacatlán, en Puebla, donde recibió su educación básica. Su camino rumbo a las letras y lenguas comenzó a la edad de quince años, cuando fue encomendado por su padre a Don Pedro Cándia para que le enseñara gramática latina que aprendió en año y medio, sobresaliendo entre todos sus compañeros y "dando desde entonces las más claras muestras de la grande capacidad con que se distinguió después en la sociedad". Así lo cuenta Arturo Castelán Zacatenco, cronista vitalicio del municipio.
“Fue fundador de la Sociedad Protectora de la Instrucción Pública, promoviendo el acceso a la educación para los sectores menos favorecidos, y también desempeñó un papel activo en el ámbito político como diputado, contribuyendo a la consolidación de las instituciones del México independiente. Su vida fue un ejemplo de dedicación al servicio de la sociedad, marcando un camino de progreso y justicia que lo coloca entre los grandes personajes de la historia nacional”, explica el cronista.
Fue electo diputado por Tulancingo en 1823, razón por la que dos años después estableció su residencia en esta ciudad, donde hoy en día hay una céntrica calle nombrada a su memoria. En su ejercicio dentro de la función pública, fue presidente de la Sociedad Protectora de la Instrucción Pública, órgano que él mismo creó y donde pudo dar gala de su inteligencia en pro de la naciente Función Pública de la recién liberada República. En 1830 fue nombrado primer Consejero de Gobierno en el antiguo Estado de México y diputado del Congreso General.
Sin embargo, su ambición profesional lo orilló a dejar el cargo para escribir en un particular estilo de verso el primer extracto de la "Ortografía Castellana Acomodada a la Pronunciación Mejicana", texto que significó un gran avance en el entendimiento científico del lenguaje castellano en Latinoamérica.
"En 1838 y 1839 impartió en Tulancingo la cátedra de gramática latina y castellana, misma que promovió el Ayuntamiento, y unió a ella la de matemáticas, sin tener obligación de hacerlo. Se dedicó a proteger la instrucción pública, y muy particularmente la escuela de primeras letras del lugar, hizo un extracto de las reglas de Caligrafía de Torio, enseñándolas personalmente y haciéndolas practicar", relata el cronista.
Escribió asimismo "Geografía de los Niños" y también instruyó en cosmografía; desarrolló la enseñanza de una segunda disciplina, la "Geografía Física y Política" y se dedicó a enseñar aritmética superior a los niños. Su gusto por las matemáticas y ciencias exactas se manifestó en sus Lecciones de Geometría para niños, además de que también publicó las primeras reglas de Etimología y Sintaxis castellana, hecho que lo refrendó como pionero del estudio de nuestro lenguaje.
Por si fuera poco, el acaxochiteco también tiene trabajos como traductor y poeta: tradujo del francés tres tomos de la Biblia de Vencé; del italiano, la "Historia de la Antigua o Baja California" del historiador Francisco Javier Clavijero. Fue autor de sonetos, liras, octavas reales y quintillas, aunque muchos de sus textos artísticos se perdieron con el paso de los años y por tal motivo se conoce poco de su obra literaria.
“En reconocimiento a su legado, el 16 de septiembre de 1890 se develó la estatua de Nicolás García de San Vicente en el Paseo de la Reforma, en la Ciudad de México. Este monumento, dedicado a su memoria, representa el impacto nacional de su labor, destacando su papel como promotor de la educación y del pensamiento crítico”, abunda Castelán Zacatenco.
Falleció el 23 de diciembre de 1845 a los 52 años de edad, sin embargo, no se sabe con certeza el lugar de su deceso ya que algunos biógrafos refieren que fue en la Ciudad de México mientras que otros argumentan que pudo ocurrir en Toluca.
En 2023, fue reconocido en el Congreso de Hidalgo con el máximo honor que este poder entrega a los oriundos destacados, la presea “Miguel Hidalgo”, misma que se le otorgó póstumamente.