La situación económica en la que vive la familia de Yair, un niño de apenas ocho años, lo orilló a trabajar con sus papás tapando hoyos en las carreteras a cambio de monedas.
Mientras que sus papás extraen la tierra de un terreno baldío, el menor lo coloca en los baches que hay sobre el asfalto que se ha deteriorado por la falta de mantenimiento y las ligeras lluvias que han caído.
Sin importar las inclemencias del tiempo de calor extremo, acude con sus padres a ganarse el pan de cada día.
Viste con una playera ligera, su pants y unos tenis cómodos, porque la jornada es más de cinco horas, en la cual ha llegado a obtener hasta 300 pesos.
Su hermanita y su hermano el mayor, de 12 años, también apoyan a sus papás en los trabajos de bacheo, lo que quieren solo son monedas para poder sobrevivir.
En menor de ocho años va a una escuela primaria de Agua Blanca pero prefiere trabajar que estudiar, pues asegura que la escuela es muy aburrida.
Afirma que le gusta más trabajar porque le dan dinero y así puede comprarse juguetes y dulces, aunque su deseo es comprarse un celular para estudiar.
Yair dice que no le da pena pedir dinero, pues cuando anda trabajando solo estira su mano y los conductores le dan monedas también billetes, aunque hay quienes que de plano no le dan ni un peso, pero con lo que le dan le gusta gastarlo en las maquinitas, en golosinas o en comida,
A pesar de que es un trabajo arduo, porque debe tomar su pala y acarrear tierra y estar en el intenso sol, no se cansa.
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Su padre cuenta que ha tenido problemas en la presidencia porque sus hijos le ayudan, pues desde que comenzó la pandemia dejaron de estudiar porque no cuentan con los recursos para comprar un teléfono para que tomen sus clases a distancia.