Desde muy joven Carlota Santos es comerciante, primero en puesto de frutas, luego en venta de ocote para prender fuego en anafres o fogones, así como gelatinas y dulces, sí viviera de esto no sobreviviría.
No es cabeza de familia pero durante muchos años crió a sus tres hijos quienes son buenos ciudadanos y la ayudan con algunos gastos.
No podría sobrevivir con vender gelatinas, dulces y ocote, porque la competencia creció mucho y en esta temporada de fin de año es malo para su negocio, pues hay celebraciones con piñatas que deben romperse para ganar los dulces, aparte los regalan embolsados, que son los llamados “aguinaldos”.
Tiene 79 años y es originaria del popular barrio Patoni, en Pachuca, se casó y su difunto esposo la llevó a vivir a otro barrio, El Arbolito, prácticamente en la misma zona, “los barrios altos”. Con los ingresos de su marido y los de ella, lograron construir una pequeña casa de dos cuartos.
No le alcanza para comprar una despensa cada ocho días porque no alcanza, lo que considera el gasto más fuerte.
Compra diariamente los alimentos del día: medio kilo de jitomate, una cebolla, cinco pesos de chile, un cuarto de huevo, que le alcanza hasta el siguiente.
Porque además debe adquirir el material para embolsar las pepitas que vende y los vasos y tapas para las gelatinas, compra poco porque no alcanza para más.
“Un día el dinero es para la comida y otro, para las gelatinas, porque no da para más, aparte el azúcar subió demasiado y por tanto, los dulces. Todo es muy caro, ojalá que tengan consideración para bajarlos, con 50 pesos se compran dos cebollas y chile, muy caro”.
Hace tres años padeció Covid y con secuela de tos, no se le quita y debe estar cuidándose, sobre todo en esta temporada de frío.
Sus hijos le apoyan con un poco de dinero y también con el recurso económico de 65 y más, el cual considera su mayor ingreso, “si no fuera por eso quién sabe qué haría”.
Durante el 2023 su vida no fue mejor o peor que en años anteriores y como este así como el 2024, su único deseo es salud