/ lunes 30 de septiembre de 2024

Octubre del 99: la mayor catástrofe que vivió Tulancingo 

Aunque los cauces de ríos ya no representan problemática, los drenes pluviales requieren un proyecto integral para evitar anegamientos en algunas colonias 

Una característica de la sociedad tulancinguense es que ha demostrado en reiteradas ocasiones un firme valor comunitario y solidario, específicamente, en situaciones adversas como desastres naturales o crisis generalizadas. Con ese espíritu de “buen vecino”, como se definió al tipo de ciudadano de Tulancingo en crónicas municipales de la década de los 80 y 90, se vivió una de las contingencias de mayor impacto en toda la historia de esta ciudad.

Este viernes 04 de octubre se cumplirán 25 años de una de las noches más largas que ha padecido Tulancingo, al menos en su historia reciente: en misma fecha, pero de 1999, una tormenta tropical que cubrió el Golfo de México fue la causante de que calles, avenidas y colonias tulancinguenses quedarán sumergidas bajo las aguas de este meteoro.

Por varios días, mientras las arterias de distintos sectores del municipio se cubrieron con lodo, aguas negras y un particular lirio que fue uno de los elementos característicos de este desastre, nuestra ciudad fue noticia nacional. En noticiarios y en periódicos de todas latitudes de México se contaba el pulso de la catástrofe natural que tiempo después se calificó como "la peor inundación que sufrió el Valle de Tulancingo".

Diversos testimonios narran lo ocurrido aquella noche de lunes, bajo el sonido de una lluvia que parecía interminable y que abonaba a una fuerte incertidumbre. Recuerdos de ese momento resuenan fuerte, aún, en muchos habitantes de esta ciudad. La memoria colectiva tiene presente cómo todo inició alrededor de las dos de la mañana, hora en la que se reportó el desbordamiento de los ríos Tulancingo y San Lorenzo. Tal noticia rompió con la calma y se contrapuso con la insistencia de algunos vecinos para no abandonar sus casas, pese a la urgencia del gobierno por evacuar a la mayor cantidad posible de ciudadanos.

El antecedente más próximo a esta inundación se remonta a la década de los 50, por lo que en ningún momento de los años siguientes se presentó un flujo similar. Toda una generación vivió sin ver lluvias tan fuertes, por ende, tampoco inundaciones. En casi cuatro décadas se olvidaron los anegamientos, las zonas inundables. Por ello, los estragos del 99 causaron tanto impacto en la sociedad tulancinguense.

Dos días de lluvia intensa, producto de la onda tropical 35 que luego se convirtió en la depresión tropical número 11, bastaron para colapsar la infraestructura de la ciudad, así como para que el torrente llevara suficiente fuerza como para arrastrar algunas casas ubicadas al margen del Río Tulancingo, asentamientos que en esa época se consideraban nuevos, según lo narra Lorenia Lira, cronista municipal de esta ciudad.

"Para el 99, nuevas colonias existían a lo largo de los ríos Tulancingo, San Lorenzo y sus afluentes. En ese entonces, el río era diferente, tenía menos cauce y no tenía el concreto hidráulico que tiene ahora (...) en el caso de mi familia, nos fuimos a refugiar a casa de nuestros familiares en una colonia alta. Todos estábamos atentos al radio, a las tres estaciones, como siempre lo ha dicho Annuar Jottar: fue la noche más larga en Tulancingo"

Según menciona, en esa semana Tulancingo "se llenó de reporteros de diferentes televisoras que repetían incesantemente las imágenes de nuestras calles inundadas, pero también de héroes anónimos, de gente solidaria que ayudaron a los que tenían inundadas sus casas, sus pertenencias, sus animales.

Así en Jardines del Sur, en San Nicolás o en pleno centro de la ciudad".

Otros testimonios recuerdan cómo por las carreteras y calles era común ver tráilers llevando lanchas o incluso lanchas de motor desalojando viviendas, rescatando muebles o hasta llevando víveres.

Catalina Martínez, periodista tulancinguense que en 1999 era reportera de El Sol de Tulancingo, narra desde la perspectiva informativa cómo se vivieron las primeras horas de la contingencia. Para ella todo comenzó entre las nueve y diez de la noche, cuando le notificaron vía telefónica que “se estaba inundando Tulancingo”. Aunque su jornada ya había cerrado, se despidió de su familia para treparse a una patrulla. No imaginó que así iniciaría una cobertura de tres días en la que “a duras penas supe de mi familia”.

“Se hace la primera reunión de Protección Civil y es cuando nos dicen que esto ya era un desastre. Recuerdo mucho el olor a las aguas negras, el sonido de la succión del agua cuando entraba a los edificios de la colonia Caltengo, donde yo vivía (...) llegué a la redacción para quedarme ahí por tres días, haciendo guardia y saliendo a ratos para acompañar a la policía hasta donde llegaba el coche. Era algo impresionante. La ciudad colapsó y parecían islotes, porque en unas calles no se podía ni pasar mientras que en otras se podía caminar”, expresa con dejo de nostalgia en la mirada.

Catalina recuerda que el cuerpo de Bomberos se vio tan rebasado que incluso los reporteros tuvieron que ayudar a sacar personas de las colonias más afectadas, entre ellas Valle Verde, Jardines del Sur, Caltengo, Insurgentes, por mencionar algunas.

“Los refugios no estaban nada preparados (...) cerraron tiendas, ya no hubo abastecimiento de alimentos entonces estábamos en la redacción con unas galletas, una leche de fresa y unas tortillas. Teníamos que sacar el diario como fuera y de eso también le dábamos de comer a los voceadores porque ellos siguieron trabajando, llegaban empapados completamente”

Uno de los que más de cerca vivió la inundación fue Edmundo Hernández Chimal, hoy jefe del Cuerpo de Bomberos del municipio vecino de Santiago Tulantepec, quien narra desde su ojo cómo se vivieron estos momentos cuando aún era un joven bombero voluntario para Tulancingo.

Con un año de experiencia, Edmundo vivió largas horas de incertidumbre pues dada su labor, reconoce que no estuvo cerca de su familia y tampoco supo de ellos hasta varios días después. Algo “curioso”, considera, pues mientras él rescataba y ayudaba a múltiples personas y sus respectivos seres queridos, poco supo sobre el bienestar de su propia casa. Labor titánica, al considerar que en dicha época, eran cerca de 25 elementos de Bomberos los encargados de dar servicio de emergencia a 11 municipios, entre ellos los de Tulancingo, Cuautepec y Santiago Tulantepec, demarcaciones afectadas tras las lluvias.

“Los primeros tres días fueron muy complejos porque no había comunicación, alimentación, ni un cambio de ropa, no sabíamos nada de nuestras familias, no sabíamos si habían caído en desgracia. Emocionalmente fue algo muy difícil, estábamos ayudando gente, unos nos los pedían, otros nos lo exigían pero no sabíamos nada de nuestras familias”, relata el mando.

“Varios compañeros empezaron a presentar problemas de salud (...) para poder irnos a nuestras casas pasaron aproximadamente unos 15 días, pero ya después de los tres o cuatro días ya pudimos saber de nuestras familias, en mi caso, en mi casa nos quedamos sin muebles”, relata.

Fue así que tres días se volvieron de repente en tres meses, tiempo que representó la primera parte de la recuperación para la ciudad. Luego de que cesaron las lluvias, llegó la hora de limpiar casas y calles. La presencia de abundante lirio así como de lodo de aguas negras cambió los aromas por un tiempo. Los olores de la devastación y que tanto se recuerdan de la inundación, fueron reemplazados por el de penetrante cloro, sustancia con la que se desinfectaron las superficies.

Ese año, las inundaciones en Hidalgo derivaron en un saldo total de 12 mil viviendas afectadas por las lluvias, además de 467 escuelas públicas parcialmente destruidas y que ameritaron una reconstrucción de hasta un 90 por ciento.

Podría Ocurrir Nuevamente

Si bien la mayor obra de infraestructura que ha evitado una nueva inundación en Tulancingo es la ampliación del caudal para el Río Tulancingo (cuerpo de agua que también en 2007 ocasionó una catástrofe con el paso del huracán Dean), aún se generan considerables anegamientos en varias colonias cuando es temporada de lluvias.

El caso más reciente fue el 15 y 16 de septiembre, cuando la colonias de El Magisterio sufrió anegamientos en sus calles principales de hasta 40 centímetros. Esto, como resultado de un fuerte escurrimiento que baja por el Corredor Vial San José (Bajada de San José), lo que también complica la circulación y daña la carpeta asfáltica al ser torrente de piedras y objetos que llegan con las aguas.

Al respecto, el titular de la Comisión de Aguas y Alcantarillado del Municipio de Tulancingo (CAAMT), Aarón Jiménez Hernández, informó que para evitar anegamientos y potenciales inundaciones, se requiere un proyecto integral para el reajuste y reclasificación de los drenes pluviales de la región.

“Es un problema integral de diferentes acciones históricas. Perdemos un espacio natural como eran las presas, otra, encauzamos el agua de la Bajada, el dren Britania entra a un dren más pequeño y chocan. En esa parte tenemos una bajada pluvial y un drenaje aparte, que (en los anegamientos recientes) estaba tapado y ahora el dren ya lleva aguas negras”, explica.

Abunda en que aunque el Río Tulancingo es suficiente para manejar el torrente de agua, los drenes sí representan un área de oportunidad:

“Tenemos que hacer una obra integral porque (...) el dren es muy pequeño y ahí desemboca toda el agua, es insuficiente. El Río Tulancingo todavía tiene suficiencia, el problema no es hasta allá, el problema es antes. Ese no es el problema. Son drenes que son muy pequeñitos y se usaban para riego, pero con las lluvias se desparraman y en esas zonas afectan algunas casas”,

Sin mencionar el choque administrativo que implica la limpieza de estos canales, ya que al ser de injerencia federal, el municipio no cuenta con presupuesto o equipo para su oportuna limpieza.

“Esos drenes son federales, en la CAAMT hacemos el servicio pero en estricto sentido no tendríamos la jurisdicción ni el presupuesto para ese tipo de limpia. Nosotros lo hacemos para dar el servicio oportuno para los ciudadanos (...) pero estamos haciendo la gestión necesaria para que podamos ir con Conagua y hablar directamente el tema”, sentenció.


Una característica de la sociedad tulancinguense es que ha demostrado en reiteradas ocasiones un firme valor comunitario y solidario, específicamente, en situaciones adversas como desastres naturales o crisis generalizadas. Con ese espíritu de “buen vecino”, como se definió al tipo de ciudadano de Tulancingo en crónicas municipales de la década de los 80 y 90, se vivió una de las contingencias de mayor impacto en toda la historia de esta ciudad.

Este viernes 04 de octubre se cumplirán 25 años de una de las noches más largas que ha padecido Tulancingo, al menos en su historia reciente: en misma fecha, pero de 1999, una tormenta tropical que cubrió el Golfo de México fue la causante de que calles, avenidas y colonias tulancinguenses quedarán sumergidas bajo las aguas de este meteoro.

Por varios días, mientras las arterias de distintos sectores del municipio se cubrieron con lodo, aguas negras y un particular lirio que fue uno de los elementos característicos de este desastre, nuestra ciudad fue noticia nacional. En noticiarios y en periódicos de todas latitudes de México se contaba el pulso de la catástrofe natural que tiempo después se calificó como "la peor inundación que sufrió el Valle de Tulancingo".

Diversos testimonios narran lo ocurrido aquella noche de lunes, bajo el sonido de una lluvia que parecía interminable y que abonaba a una fuerte incertidumbre. Recuerdos de ese momento resuenan fuerte, aún, en muchos habitantes de esta ciudad. La memoria colectiva tiene presente cómo todo inició alrededor de las dos de la mañana, hora en la que se reportó el desbordamiento de los ríos Tulancingo y San Lorenzo. Tal noticia rompió con la calma y se contrapuso con la insistencia de algunos vecinos para no abandonar sus casas, pese a la urgencia del gobierno por evacuar a la mayor cantidad posible de ciudadanos.

El antecedente más próximo a esta inundación se remonta a la década de los 50, por lo que en ningún momento de los años siguientes se presentó un flujo similar. Toda una generación vivió sin ver lluvias tan fuertes, por ende, tampoco inundaciones. En casi cuatro décadas se olvidaron los anegamientos, las zonas inundables. Por ello, los estragos del 99 causaron tanto impacto en la sociedad tulancinguense.

Dos días de lluvia intensa, producto de la onda tropical 35 que luego se convirtió en la depresión tropical número 11, bastaron para colapsar la infraestructura de la ciudad, así como para que el torrente llevara suficiente fuerza como para arrastrar algunas casas ubicadas al margen del Río Tulancingo, asentamientos que en esa época se consideraban nuevos, según lo narra Lorenia Lira, cronista municipal de esta ciudad.

"Para el 99, nuevas colonias existían a lo largo de los ríos Tulancingo, San Lorenzo y sus afluentes. En ese entonces, el río era diferente, tenía menos cauce y no tenía el concreto hidráulico que tiene ahora (...) en el caso de mi familia, nos fuimos a refugiar a casa de nuestros familiares en una colonia alta. Todos estábamos atentos al radio, a las tres estaciones, como siempre lo ha dicho Annuar Jottar: fue la noche más larga en Tulancingo"

Según menciona, en esa semana Tulancingo "se llenó de reporteros de diferentes televisoras que repetían incesantemente las imágenes de nuestras calles inundadas, pero también de héroes anónimos, de gente solidaria que ayudaron a los que tenían inundadas sus casas, sus pertenencias, sus animales.

Así en Jardines del Sur, en San Nicolás o en pleno centro de la ciudad".

Otros testimonios recuerdan cómo por las carreteras y calles era común ver tráilers llevando lanchas o incluso lanchas de motor desalojando viviendas, rescatando muebles o hasta llevando víveres.

Catalina Martínez, periodista tulancinguense que en 1999 era reportera de El Sol de Tulancingo, narra desde la perspectiva informativa cómo se vivieron las primeras horas de la contingencia. Para ella todo comenzó entre las nueve y diez de la noche, cuando le notificaron vía telefónica que “se estaba inundando Tulancingo”. Aunque su jornada ya había cerrado, se despidió de su familia para treparse a una patrulla. No imaginó que así iniciaría una cobertura de tres días en la que “a duras penas supe de mi familia”.

“Se hace la primera reunión de Protección Civil y es cuando nos dicen que esto ya era un desastre. Recuerdo mucho el olor a las aguas negras, el sonido de la succión del agua cuando entraba a los edificios de la colonia Caltengo, donde yo vivía (...) llegué a la redacción para quedarme ahí por tres días, haciendo guardia y saliendo a ratos para acompañar a la policía hasta donde llegaba el coche. Era algo impresionante. La ciudad colapsó y parecían islotes, porque en unas calles no se podía ni pasar mientras que en otras se podía caminar”, expresa con dejo de nostalgia en la mirada.

Catalina recuerda que el cuerpo de Bomberos se vio tan rebasado que incluso los reporteros tuvieron que ayudar a sacar personas de las colonias más afectadas, entre ellas Valle Verde, Jardines del Sur, Caltengo, Insurgentes, por mencionar algunas.

“Los refugios no estaban nada preparados (...) cerraron tiendas, ya no hubo abastecimiento de alimentos entonces estábamos en la redacción con unas galletas, una leche de fresa y unas tortillas. Teníamos que sacar el diario como fuera y de eso también le dábamos de comer a los voceadores porque ellos siguieron trabajando, llegaban empapados completamente”

Uno de los que más de cerca vivió la inundación fue Edmundo Hernández Chimal, hoy jefe del Cuerpo de Bomberos del municipio vecino de Santiago Tulantepec, quien narra desde su ojo cómo se vivieron estos momentos cuando aún era un joven bombero voluntario para Tulancingo.

Con un año de experiencia, Edmundo vivió largas horas de incertidumbre pues dada su labor, reconoce que no estuvo cerca de su familia y tampoco supo de ellos hasta varios días después. Algo “curioso”, considera, pues mientras él rescataba y ayudaba a múltiples personas y sus respectivos seres queridos, poco supo sobre el bienestar de su propia casa. Labor titánica, al considerar que en dicha época, eran cerca de 25 elementos de Bomberos los encargados de dar servicio de emergencia a 11 municipios, entre ellos los de Tulancingo, Cuautepec y Santiago Tulantepec, demarcaciones afectadas tras las lluvias.

“Los primeros tres días fueron muy complejos porque no había comunicación, alimentación, ni un cambio de ropa, no sabíamos nada de nuestras familias, no sabíamos si habían caído en desgracia. Emocionalmente fue algo muy difícil, estábamos ayudando gente, unos nos los pedían, otros nos lo exigían pero no sabíamos nada de nuestras familias”, relata el mando.

“Varios compañeros empezaron a presentar problemas de salud (...) para poder irnos a nuestras casas pasaron aproximadamente unos 15 días, pero ya después de los tres o cuatro días ya pudimos saber de nuestras familias, en mi caso, en mi casa nos quedamos sin muebles”, relata.

Fue así que tres días se volvieron de repente en tres meses, tiempo que representó la primera parte de la recuperación para la ciudad. Luego de que cesaron las lluvias, llegó la hora de limpiar casas y calles. La presencia de abundante lirio así como de lodo de aguas negras cambió los aromas por un tiempo. Los olores de la devastación y que tanto se recuerdan de la inundación, fueron reemplazados por el de penetrante cloro, sustancia con la que se desinfectaron las superficies.

Ese año, las inundaciones en Hidalgo derivaron en un saldo total de 12 mil viviendas afectadas por las lluvias, además de 467 escuelas públicas parcialmente destruidas y que ameritaron una reconstrucción de hasta un 90 por ciento.

Podría Ocurrir Nuevamente

Si bien la mayor obra de infraestructura que ha evitado una nueva inundación en Tulancingo es la ampliación del caudal para el Río Tulancingo (cuerpo de agua que también en 2007 ocasionó una catástrofe con el paso del huracán Dean), aún se generan considerables anegamientos en varias colonias cuando es temporada de lluvias.

El caso más reciente fue el 15 y 16 de septiembre, cuando la colonias de El Magisterio sufrió anegamientos en sus calles principales de hasta 40 centímetros. Esto, como resultado de un fuerte escurrimiento que baja por el Corredor Vial San José (Bajada de San José), lo que también complica la circulación y daña la carpeta asfáltica al ser torrente de piedras y objetos que llegan con las aguas.

Al respecto, el titular de la Comisión de Aguas y Alcantarillado del Municipio de Tulancingo (CAAMT), Aarón Jiménez Hernández, informó que para evitar anegamientos y potenciales inundaciones, se requiere un proyecto integral para el reajuste y reclasificación de los drenes pluviales de la región.

“Es un problema integral de diferentes acciones históricas. Perdemos un espacio natural como eran las presas, otra, encauzamos el agua de la Bajada, el dren Britania entra a un dren más pequeño y chocan. En esa parte tenemos una bajada pluvial y un drenaje aparte, que (en los anegamientos recientes) estaba tapado y ahora el dren ya lleva aguas negras”, explica.

Abunda en que aunque el Río Tulancingo es suficiente para manejar el torrente de agua, los drenes sí representan un área de oportunidad:

“Tenemos que hacer una obra integral porque (...) el dren es muy pequeño y ahí desemboca toda el agua, es insuficiente. El Río Tulancingo todavía tiene suficiencia, el problema no es hasta allá, el problema es antes. Ese no es el problema. Son drenes que son muy pequeñitos y se usaban para riego, pero con las lluvias se desparraman y en esas zonas afectan algunas casas”,

Sin mencionar el choque administrativo que implica la limpieza de estos canales, ya que al ser de injerencia federal, el municipio no cuenta con presupuesto o equipo para su oportuna limpieza.

“Esos drenes son federales, en la CAAMT hacemos el servicio pero en estricto sentido no tendríamos la jurisdicción ni el presupuesto para ese tipo de limpia. Nosotros lo hacemos para dar el servicio oportuno para los ciudadanos (...) pero estamos haciendo la gestión necesaria para que podamos ir con Conagua y hablar directamente el tema”, sentenció.


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