/ lunes 1 de julio de 2024

Paramédico, labor altruista y de amor a la camiseta 

Sergio Aguilar, coordinador de socorros, asegura que lo más importante para funcionar es atender la salud mental, pues de manera diaria ven y atienden situaciones inimaginables 

Cada 24 de junio, se celebra internacionalmente el Día de la Paramédica y el Paramédico, quienes desempeñan un papel vital en la atención médica de emergencia y la salvación de vidas.

En honor a su valiosa labor, platicamos con el coordinador de socorros de la Cruz Roja delegación Tulancingo, Sergio Eduardo Aguilar Pérez, quien es la tercera generación de su familia que se dedica al labor socorrista; su abuela, su mamá, su hermana y él, han estado enlistados como voluntarios en la benemérita institución.

“¿Por qué socorrista?, siento que va por generaciones, porque mi abuela, mi mamá, mi hermana fueron socorristas, entonces anteriormente en mi niñez vivía a un par de cuadras de la estación y este era nuestro camino. Desde niño siempre me llamaba mucho la atención las ambulancias, las luces, era un sueño; ya a los 19 ingresé como voluntario, estaba estudiando la universidad, la licenciatura de psicología, pero me ganó la parte de ayudar y empezar a conocer lo que implica estar acá”, abundó con nerviosismo el paramédico.

Agregó que la delegación Tulancingo es la más antigua de todo el estado, pues lleva funcionando 85 años ininterrumpidamente, inició como puesto de socorros y posteriormente se convirtió en delegación, e incluso en algún momento estuvo dentro del rango del top 5 más importante a nivel nacional.

“Antes los compañeros llevaban una preparación muy básica, pero ahora ya somos técnicos en urgencias médicas, es una carrera técnica que la imparte la institución y después de un año ya están capacitados para ser socorristas y paramédicos”, detalló el comandante.

Después de culminar su licenciatura en psicología trabajó por varios años como paramédico en diferentes zonas industriales, lo que le dio la oportunidad de seguir capacitándose, pues el sector privado le exige certificarse en distintos ámbitos, pero nunca dejó de asistir como voluntario a la Cruz Roja, razón por la cual hace tres años y medio recibió la oferta para estar al frente del equipo y no dudo en hacerlo.

“Entré en el 2012 a estudiar Técnico en Urgencias Médicas (TUM), tenía 19 años y llevo 12 siendo paramédico voluntario; cuando existió la posibilidad de tomar el cargo lo hice con mucho gusto pero sobre todo honor”, puntualizó orgulloso Sergio Eduardo.

Recordó a manera de anécdota cuál fue su primer servicio; acompañó a un instructor o a comprar comida, iban en la ambulancia y les tocó presenciar un choque entre una camioneta y un carro en el centro de Tulancingo, aún sin estar graduado, su instructor no dudo en decirle que atendiera a los lesionados.

“ Dije esto es lo mio, es mucha adrenalina, mucha responsabilidad y mucha satisfacción contigo mismo, es padre estar ahí y ayudar, la responsabilidad es mayor que cualquier sentimiento”.

Otro de los servicios que recuerda lo marcó mucho y tiene aún presente, fue cuando asistieron a una familia que se había volcado y entre los lesionados estaba gravemente herido un bebé de aproximadamente seis meses, presentaba traumatismo de cráneo, golpes en el estómago y lesiones por todo el cuerpo, lo que de inmediato le hizo pensar en su pequeño hijo de también 6 meses de edad, que había dejado con su mamá hace poco menos de una hora y estuvo cargando antes de ir a trabajar.

“Hice lo mejor posible, si te impacta pero tratas de hacer su trabajo para entregarlos con vida en las clínicas u hospitales… cuando regresamos a la base no pude evitar llorar, pensé en mi bebé, no somos inhumanos, al contrario, tenemos que tener demasiado tacto a la hora de hacer o decir las cosas. De hecho lo recomendable es que no le demos seguimiento a los servicios, pero en ese caso en particular los papás vinieron a agradecer porque le salvé la vida a su bebé”, dijo conmocionado el comandante.

En ese sentido, puntualizó que al tomar el cargo y siendo psicólogo de profesión, priorizó la salud mental en sus compañeros socorristas, pues aunque aseguraban estar bien, en el día a día de su labor les toca observar y atender escenas desgarradoras, por lo que liberarse de esos momentos es indispensable para no afectar el desempeño del resto de actividades.

“Sin salud mental todo lo demás no se da, al principio se resistieron o decían estar bien, pero con el tiempo aceptaron que les era necesario canalizar todo lo que viven en los servicios, porque muchas veces vamos a escenas de las que la mayoría de personas huyen. Los compañeros atienden suicidios, asesinatos, choques, robos, todo lo que pasa”.

Incluso dijo que para atender dar malas noticias o canalizar crisis de familiares deben capacitarse, pues su obligación es informar cuando un paciente ya no cuenta con signos de vida, también es su obligación hacerlo de una manera respetuosa, profesional y con bastante tacto.

“Si es lamentable porque llegamos y nos toca ver a personas sin signos vitales o accidentes y llegan familiares que entran en crisis y debemos manejar todo ese tipo de situaciones, hay un curso que se llama primeros auxilios psicológicos y eso nos da herramientas para poder implementarlas en esos casos”, detalló.

Agregó que aunque es apegado a los protocolos y procedimientos a la hora de actuar, siempre que sale a servicios, se encomienda él y a sus compañero a Dios para regresar con bien y completos a la base-, así como llegamos tenemos que irnos; de donde nos venimos a ganar la vida no la podemos perder-.

Precisó que en estas más de ocho décadas, han pérdido a tres compañeros en cumpliento de su deber, mismos a los que recuerdan cada 24 de junio con un pase de lista como personal caído.

Actualmente, el equipo de paramédicos está conformado por ocho personas fijos en guardias, 16 voluntarios y un comandante (él). Más del 70 por ciento son personas altruistas que realizan los socorros de manera desinteresada y sin esperar nada a cambio.

Y es que justo ese sentimiento es el que caracteriza a la delegación, pues siempre están presentes en los desastres que han marcado la historia del estado y el país. Asistieron a la inundación de Tula, a la explosión de Tlahuelilpan, a los sismos del 17 y 19, a Acapulco tras el paso de Otis y recientemente al incendio forestal que azotó a Tenango de Doria.

En promedio, al día se atienden 10 servicios de emergencia, cifra que aumenta en temporadas vacacionales, pues al pasar una de las carreteras más importantes por Tulancingo, la México- Tuxpan, los accidentes vehiculares son uno de sus servicios con mayor demanda, razón por la cual, desde hace un año, cuenta con una camioneta de rescate urbano, lo que les permite sacar a personas prensadas de carros, pues está equipada con las quijadas de la vida.

“También tenemos patas de cabra, arneses (...) llevábamos 13 años sin esta unidad y en lo particular me tocó atender servicios que las personas quedan presentadas y era de pedir el apoyo a Protección Civil y en esas cuestiones un minuto puede hacer la diferencia. Con la camioneta ya hemos hecho de 5 a 6 rescates”, puntualizó.

Por último, lamentó que pese aunque conforme pasan las generaciones y la manera de pensar, es cada vez más difícil encontrar gente voluntaria, el sentido de ayudar siempre está latente.

“Cruz Roja siempre ha sido el amor a la camiseta y ayudar a las personas de manera desinteresada”, concluyó.


Cada 24 de junio, se celebra internacionalmente el Día de la Paramédica y el Paramédico, quienes desempeñan un papel vital en la atención médica de emergencia y la salvación de vidas.

En honor a su valiosa labor, platicamos con el coordinador de socorros de la Cruz Roja delegación Tulancingo, Sergio Eduardo Aguilar Pérez, quien es la tercera generación de su familia que se dedica al labor socorrista; su abuela, su mamá, su hermana y él, han estado enlistados como voluntarios en la benemérita institución.

“¿Por qué socorrista?, siento que va por generaciones, porque mi abuela, mi mamá, mi hermana fueron socorristas, entonces anteriormente en mi niñez vivía a un par de cuadras de la estación y este era nuestro camino. Desde niño siempre me llamaba mucho la atención las ambulancias, las luces, era un sueño; ya a los 19 ingresé como voluntario, estaba estudiando la universidad, la licenciatura de psicología, pero me ganó la parte de ayudar y empezar a conocer lo que implica estar acá”, abundó con nerviosismo el paramédico.

Agregó que la delegación Tulancingo es la más antigua de todo el estado, pues lleva funcionando 85 años ininterrumpidamente, inició como puesto de socorros y posteriormente se convirtió en delegación, e incluso en algún momento estuvo dentro del rango del top 5 más importante a nivel nacional.

“Antes los compañeros llevaban una preparación muy básica, pero ahora ya somos técnicos en urgencias médicas, es una carrera técnica que la imparte la institución y después de un año ya están capacitados para ser socorristas y paramédicos”, detalló el comandante.

Después de culminar su licenciatura en psicología trabajó por varios años como paramédico en diferentes zonas industriales, lo que le dio la oportunidad de seguir capacitándose, pues el sector privado le exige certificarse en distintos ámbitos, pero nunca dejó de asistir como voluntario a la Cruz Roja, razón por la cual hace tres años y medio recibió la oferta para estar al frente del equipo y no dudo en hacerlo.

“Entré en el 2012 a estudiar Técnico en Urgencias Médicas (TUM), tenía 19 años y llevo 12 siendo paramédico voluntario; cuando existió la posibilidad de tomar el cargo lo hice con mucho gusto pero sobre todo honor”, puntualizó orgulloso Sergio Eduardo.

Recordó a manera de anécdota cuál fue su primer servicio; acompañó a un instructor o a comprar comida, iban en la ambulancia y les tocó presenciar un choque entre una camioneta y un carro en el centro de Tulancingo, aún sin estar graduado, su instructor no dudo en decirle que atendiera a los lesionados.

“ Dije esto es lo mio, es mucha adrenalina, mucha responsabilidad y mucha satisfacción contigo mismo, es padre estar ahí y ayudar, la responsabilidad es mayor que cualquier sentimiento”.

Otro de los servicios que recuerda lo marcó mucho y tiene aún presente, fue cuando asistieron a una familia que se había volcado y entre los lesionados estaba gravemente herido un bebé de aproximadamente seis meses, presentaba traumatismo de cráneo, golpes en el estómago y lesiones por todo el cuerpo, lo que de inmediato le hizo pensar en su pequeño hijo de también 6 meses de edad, que había dejado con su mamá hace poco menos de una hora y estuvo cargando antes de ir a trabajar.

“Hice lo mejor posible, si te impacta pero tratas de hacer su trabajo para entregarlos con vida en las clínicas u hospitales… cuando regresamos a la base no pude evitar llorar, pensé en mi bebé, no somos inhumanos, al contrario, tenemos que tener demasiado tacto a la hora de hacer o decir las cosas. De hecho lo recomendable es que no le demos seguimiento a los servicios, pero en ese caso en particular los papás vinieron a agradecer porque le salvé la vida a su bebé”, dijo conmocionado el comandante.

En ese sentido, puntualizó que al tomar el cargo y siendo psicólogo de profesión, priorizó la salud mental en sus compañeros socorristas, pues aunque aseguraban estar bien, en el día a día de su labor les toca observar y atender escenas desgarradoras, por lo que liberarse de esos momentos es indispensable para no afectar el desempeño del resto de actividades.

“Sin salud mental todo lo demás no se da, al principio se resistieron o decían estar bien, pero con el tiempo aceptaron que les era necesario canalizar todo lo que viven en los servicios, porque muchas veces vamos a escenas de las que la mayoría de personas huyen. Los compañeros atienden suicidios, asesinatos, choques, robos, todo lo que pasa”.

Incluso dijo que para atender dar malas noticias o canalizar crisis de familiares deben capacitarse, pues su obligación es informar cuando un paciente ya no cuenta con signos de vida, también es su obligación hacerlo de una manera respetuosa, profesional y con bastante tacto.

“Si es lamentable porque llegamos y nos toca ver a personas sin signos vitales o accidentes y llegan familiares que entran en crisis y debemos manejar todo ese tipo de situaciones, hay un curso que se llama primeros auxilios psicológicos y eso nos da herramientas para poder implementarlas en esos casos”, detalló.

Agregó que aunque es apegado a los protocolos y procedimientos a la hora de actuar, siempre que sale a servicios, se encomienda él y a sus compañero a Dios para regresar con bien y completos a la base-, así como llegamos tenemos que irnos; de donde nos venimos a ganar la vida no la podemos perder-.

Precisó que en estas más de ocho décadas, han pérdido a tres compañeros en cumpliento de su deber, mismos a los que recuerdan cada 24 de junio con un pase de lista como personal caído.

Actualmente, el equipo de paramédicos está conformado por ocho personas fijos en guardias, 16 voluntarios y un comandante (él). Más del 70 por ciento son personas altruistas que realizan los socorros de manera desinteresada y sin esperar nada a cambio.

Y es que justo ese sentimiento es el que caracteriza a la delegación, pues siempre están presentes en los desastres que han marcado la historia del estado y el país. Asistieron a la inundación de Tula, a la explosión de Tlahuelilpan, a los sismos del 17 y 19, a Acapulco tras el paso de Otis y recientemente al incendio forestal que azotó a Tenango de Doria.

En promedio, al día se atienden 10 servicios de emergencia, cifra que aumenta en temporadas vacacionales, pues al pasar una de las carreteras más importantes por Tulancingo, la México- Tuxpan, los accidentes vehiculares son uno de sus servicios con mayor demanda, razón por la cual, desde hace un año, cuenta con una camioneta de rescate urbano, lo que les permite sacar a personas prensadas de carros, pues está equipada con las quijadas de la vida.

“También tenemos patas de cabra, arneses (...) llevábamos 13 años sin esta unidad y en lo particular me tocó atender servicios que las personas quedan presentadas y era de pedir el apoyo a Protección Civil y en esas cuestiones un minuto puede hacer la diferencia. Con la camioneta ya hemos hecho de 5 a 6 rescates”, puntualizó.

Por último, lamentó que pese aunque conforme pasan las generaciones y la manera de pensar, es cada vez más difícil encontrar gente voluntaria, el sentido de ayudar siempre está latente.

“Cruz Roja siempre ha sido el amor a la camiseta y ayudar a las personas de manera desinteresada”, concluyó.


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