Si visitas Alfajayucan, uno de los 84 municipios de Hidalgo y caminas por sus áridos paisajes, cerca de la Presa Vicente Aguirre, descubrirás las ruinas de una iglesia olvidada: se trata de la Parroquia de San Antonio Corrales, una edificación que fue construida en siglo XVII y que se dice, ha estado más tiempo bajo el agua que a la vista.
Cómo llegar a Alfajayucan
Alfajayucan se ubica al occidente de Hidalgo y es un municipio que guarda muchos secretos, pero pocos tan fascinantes como este; Para llegar, solo necesitas un poco menos de dos horas desde Pachuca.
Y aunque la parroquia de San Antonio Corrales no es un sitio turístico común, aquellos que la visitan no pueden evitar sentirse conmovidos por la forma en que la naturaleza, con la ayuda del tiempo y la sequía, ha revelado este pedazo de historia.
Esta iglesia fue construida en honor a San Antonio de Padua, conocido como el santo del amor y de las cosas perdidas, al que muchas personas suelen poner de cabeza.
En sus tiempos de gloria, todas las personas de la comunidad asistían y apreciaban este lugar con gran fervor para sus misas dominicales y veneración al reconocido santo.
La historia dice que desde el año 1950 se mantuvo completamente bajo el agua; luego de la construcción de la presa, pero en recientes años comenzó a aparecer ya que el nivel del agua descendió como consecuencia de la sequía dejando entrever los muros de esta antigua edificación.
Parroquia de San Antonio Corrales en la actualidad
Hoy, al acercarte, verás que la iglesia está en ruinas. Las piedras del techo y los muros han caído, formando montículos dentro del antiguo templo. Sin embargo, si te detienes un momento y miras con atención, todavía puedes ver la pintura de San Antonio entre las paredes derrumbadas, un vestigio de la fe que alguna vez habitó este lugar.
Con las recientes lluvias registradas en la región, el agua de la presa ya alcanzó el atrio de la iglesia y la puerta del edificio, lo que dejó el paso a las lanchas turísticas que podrán brindar un viaje al interior de la iglesia sumergida.
Así, lo que alguna vez fue un lugar de oración, se ha convertido en un testimonio de la resistencia y el paso del tiempo.