/ lunes 10 de junio de 2024

Permea el tatuaje aún en ciudades conservadoras

La industria de entintar la piel crece, no así la profesionalización por lo que urge regularla, afirma tatuador

Diseños que representan a la familia, vivencias personales y la religión son los que predominan cuando de tatuajes se habla en Tulancingo, además, las mujeres son quienes más lo hacen, comenta el tatuador y psicólogo Víctor Espinoza (Alastor Salazar), oriundo de esta ciudad y expresa que los lugareños plasman en su piel ciertos significantes que representan a miembros de su primer círculo social, aunque también el simbolismo religioso y de culto acapara las agujas.

Con cuatro años de experiencia en esta industria, Alastor cuenta que el tatuaje en Tulancingo, así como los tatuadores, han proliferado luego de la pandemia. Sin embargo, hay pocos que alcanzan el grado de profesionalización, pues en el gremio es bastante común enterarse de nuevos tatuadores que ejercen desde sus casas.

“Cada vez hay más gente que tatúa, pero pocos son tatuadores profesionales (...) es muy común el que tatúa en su casa, no se les podría considerar apócrifos porque al ser un estudio de tatuaje privado tienes la posibilidad y facultad de hacerlo, hay muchas personas que se manejan de esa manera, pero los estudios profesionales se tienen que regular”, explicó.

Detalló que, en nuestra ciudad, el 60 por ciento de las personas que se hacen un tatuaje son mujeres. Además, la tendencia en la actualidad son los diseños a color, aunque todavía hay quienes prefieren el estilo tradicional o neo tradicional.

“En Tulancingo el tatuaje va en crecimiento, en torno a la relación social va en aumento. Tulancingo ha crecido demasiado en ese sentido y estamos cada vez más acostumbrados a ver personas tatuadas. El año pasado tatué a aproximadamente 200 personas y para este año esperamos el doble”, sentenció.

Asegura que, aunque la disposición social para este tipo de arte avanza favorablemente, Tulancingo se mantiene como una ciudad conservadora. En su experiencia, ha recibido testimonios de casos de discriminación al momento de buscar trabajo.

Pero el tatuaje va más allá de una simple expresión artística permanente, considera Alastor. Haciendo valer su perspectiva como psicólogo, explica que, desde la prehistoria, los humanos han usado la piel como un lienzo para contar lo que acontece en nuestras vidas, evidentemente como símbolos de identidad y distinta profundidad en las historias de significado.

“Es como decía Freud en ‘Tótem y Tabú’, las imágenes que tenemos en nuestro contexto social nos van a influir. Le aplicamos conceptos propios al tatuaje que nos ayudan a expresarnos a través de este arte, desde el tiempo de las cavernas el hombre se tatuaba en torno a historias, animales que cazaban o aldeas que conquistaban. Si lo traemos a nuestra época, te darás cuenta que eso no ha cambiado tanto”, expone.

Es común que la gente se impregne en la piel algún diseño que haga referencia a su familia. Alastor refiere que, incluso, hay personas casi de la tercera edad que acuden a hacerse su primer tatuaje para tener algo que les recuerde a sus hijos o nietos.

“Ahí mi intención como artista es darle voz a su historia personal por medio de la tinta, aunque sí hay gran cantidad de personas que buscan contar una historia familiar. El abuelo, la abuela, los hijos, hermanos, el bebé que nació, el bebé que falleció, son significados emocionales muy arraigados en la sociedad tulancinguense. Lo religioso y lo familiar es lo más común, luego siguen los tatuajes de la cultura pop”, cuenta.

En ese tenor, él menciona que, aunque diariamente se topa con casos diferentes, algunos impactantes, su principal labor, además de ser el artista de la tinta, es escuchar sin juzgar, para que cada persona encuentre su catarsis cuando acude voluntariamente a “sentir este dolor”.

“Es muy significativo, mi posición como tatuador es ser escucha. No puedo emitir juicios de valor con tu historia, ni clavarme, mi objetivo es que tengas una catarsis. Uno de los valores que promuevo es que la gente respire su tatuaje, que se lo tome en serio y le tome cariño (...) es ser empático, tener respeto. El tatuaje es una necesidad constante de expresarse, de contar algo y al final de cuentas, el tatuaje es de los únicos dolores que eliges tener”


Diseños que representan a la familia, vivencias personales y la religión son los que predominan cuando de tatuajes se habla en Tulancingo, además, las mujeres son quienes más lo hacen, comenta el tatuador y psicólogo Víctor Espinoza (Alastor Salazar), oriundo de esta ciudad y expresa que los lugareños plasman en su piel ciertos significantes que representan a miembros de su primer círculo social, aunque también el simbolismo religioso y de culto acapara las agujas.

Con cuatro años de experiencia en esta industria, Alastor cuenta que el tatuaje en Tulancingo, así como los tatuadores, han proliferado luego de la pandemia. Sin embargo, hay pocos que alcanzan el grado de profesionalización, pues en el gremio es bastante común enterarse de nuevos tatuadores que ejercen desde sus casas.

“Cada vez hay más gente que tatúa, pero pocos son tatuadores profesionales (...) es muy común el que tatúa en su casa, no se les podría considerar apócrifos porque al ser un estudio de tatuaje privado tienes la posibilidad y facultad de hacerlo, hay muchas personas que se manejan de esa manera, pero los estudios profesionales se tienen que regular”, explicó.

Detalló que, en nuestra ciudad, el 60 por ciento de las personas que se hacen un tatuaje son mujeres. Además, la tendencia en la actualidad son los diseños a color, aunque todavía hay quienes prefieren el estilo tradicional o neo tradicional.

“En Tulancingo el tatuaje va en crecimiento, en torno a la relación social va en aumento. Tulancingo ha crecido demasiado en ese sentido y estamos cada vez más acostumbrados a ver personas tatuadas. El año pasado tatué a aproximadamente 200 personas y para este año esperamos el doble”, sentenció.

Asegura que, aunque la disposición social para este tipo de arte avanza favorablemente, Tulancingo se mantiene como una ciudad conservadora. En su experiencia, ha recibido testimonios de casos de discriminación al momento de buscar trabajo.

Pero el tatuaje va más allá de una simple expresión artística permanente, considera Alastor. Haciendo valer su perspectiva como psicólogo, explica que, desde la prehistoria, los humanos han usado la piel como un lienzo para contar lo que acontece en nuestras vidas, evidentemente como símbolos de identidad y distinta profundidad en las historias de significado.

“Es como decía Freud en ‘Tótem y Tabú’, las imágenes que tenemos en nuestro contexto social nos van a influir. Le aplicamos conceptos propios al tatuaje que nos ayudan a expresarnos a través de este arte, desde el tiempo de las cavernas el hombre se tatuaba en torno a historias, animales que cazaban o aldeas que conquistaban. Si lo traemos a nuestra época, te darás cuenta que eso no ha cambiado tanto”, expone.

Es común que la gente se impregne en la piel algún diseño que haga referencia a su familia. Alastor refiere que, incluso, hay personas casi de la tercera edad que acuden a hacerse su primer tatuaje para tener algo que les recuerde a sus hijos o nietos.

“Ahí mi intención como artista es darle voz a su historia personal por medio de la tinta, aunque sí hay gran cantidad de personas que buscan contar una historia familiar. El abuelo, la abuela, los hijos, hermanos, el bebé que nació, el bebé que falleció, son significados emocionales muy arraigados en la sociedad tulancinguense. Lo religioso y lo familiar es lo más común, luego siguen los tatuajes de la cultura pop”, cuenta.

En ese tenor, él menciona que, aunque diariamente se topa con casos diferentes, algunos impactantes, su principal labor, además de ser el artista de la tinta, es escuchar sin juzgar, para que cada persona encuentre su catarsis cuando acude voluntariamente a “sentir este dolor”.

“Es muy significativo, mi posición como tatuador es ser escucha. No puedo emitir juicios de valor con tu historia, ni clavarme, mi objetivo es que tengas una catarsis. Uno de los valores que promuevo es que la gente respire su tatuaje, que se lo tome en serio y le tome cariño (...) es ser empático, tener respeto. El tatuaje es una necesidad constante de expresarse, de contar algo y al final de cuentas, el tatuaje es de los únicos dolores que eliges tener”


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