Pocos y malos, espacios para personas con discapacidad

Además de la falta de arquitectura incluyente, hace falta conciencia de la ciudadanía pues muchas veces obstruyen sus espacios

Yulissa Ortiz

  · domingo 4 de junio de 2023

Hay pocas rampas para personas discapacitadas. / Foto: Jafet Terrazas

Mediante un sondeo realizado a personas con discapacidad en Tulancingo, se refirió que los espacios urbanos cuentan con poca movilidad para ellos pues no están pensados para sus necesidades y de igual modo, la ciudadanía no es consciente de los pocos espacios designados.

“No creo que sean suficientes, no creo que sean funcionales, ¿por qué? Las pocas rampas que hay están bien empinadas y son pocas, de verdad muy pocas las banquetas que tienen rampa, a veces subo con los desniveles para los zaguanes pero no con una rampa adaptada para mis necesidades”, comentó Christian Leines, joven de 21 años que padece atrofia muscular.

Leines refirió también que incluso en el centro de Tulancingo, en la floresta, las dos únicas rampas que hay, lejos de ayudarlo en su movilidad y hacerlo sentir incluido en la sociedad, “realmente inhabilita y roba mi autonomía porque casi siempre tengo que pedir ayuda o la gente se acerca a ofrecerla”.

Cabe destacar también que no existe una superficie podotáctil en el municipio que auxilie a personas con ceguera o de baja visión para alertarles de los peligros de las vialidades.

Bajo este tenor, algunos otros mencionaron que hay espacios en donde se encuentran estas rampas para incorporarse de la calle a una banqueta pero muchas veces, están obstruidas por autos.

“No hay empatía para nosotros, la gente no piensa en que necesitamos las rampas (...) también los que ponen puestos a media banqueta o dejan su basura estorbando no se dan cuenta que eso nos afecta”, expresó Arnulfo Hernández, de 68 años que desde hace más de 20 años utiliza silla de ruedas por una amputación.

Otros encuestados compartieron también que generalmente utilizan las calles para moverse pues en las banquetas es casi imposible.

“No hay rampa y no dejan pasar, no queda de otra mas que usar la calle y es peligroso porque hay carros que se pasan sin que les importe que vaya uno por ahí”, dijo Hernán Galindo, un hombre dializado de 55 años.

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