Federico Muñoz y Hugo Bernal, idearon hace siete años el proyecto denominado Abejedario, como resultado de largas charlas en las que, el segundo, como veterinario, quería dedicarse a la crianza de vacas y borregos, sin embargo, el primero, como urbanista, no deseaba limpiar las heces del ganado, fue así que se inclinaron por las abejas y descubrieron su profundo amor por estos polinizadores, creando novedosas alternativas para la reproducción de abejas, su manejo sustentable e incluso una experiencia en la que los paseantes pueden convivir con estos insectos.
En entrevista a El Sol de Hidalgo, indicaron que luego de realizar una importante inversión, en su primer año de trabajo solo lograron extraer una cubeta de miel, con lo que calcularon que podrían recuperar su inversión “en 130 años”, por lo que, al buscar más alternativas para mejorar este panorama hallaron grandes deficiencias en las actividades apícolas tradicionales.
“Primero debemos ser conscientes que como apicultores somos el problema, pero también la solución. Las abejas no son un ganado, no se pueden tabular, no se pueden meter a un corral, darles alimento y verlas crecer. Las abejas dependen del ecosistema y por tanto se convierten en un indicador del mismo y no se pueden tener tantas abejas en un solo ecosistema porque desplazan al resto de los polinizadores”.
Aseguraron que en la apicultura menos es más, “ellas salen a trabajar” y aseguraron que los apicultores a menudo refieren que las abejas están desapareciendo, pero indicaron que esto se debe a malas prácticas.
“Se dejan seducir por el deseo de tener más abejas donde no debería haberlas y ocurre un fenómeno que los apicultores heredamos de la ganadería la trashumancia, que básicamente, consistente en el desplazamiento estacional y de larga distancia de ganados entre diferentes zonas geográficas o climáticas”.
Explicaron que este proceso en el que los apicultores llevan a estos insectos a otros sitios para polinizar, por ejemplo, campos de cultivos de naranjas y frutos rojos implica la muerte de miles de estas especies.
“Son monocultivos, esto implica que las abejas comen lo mismo, esto implica una fuerte carencia en su dieta y si a esto se le suma que en muchos de estos cultivos se emplean agroquímicos, estos, las matan”.
Otro de los grandes fenómenos que ocurre con la apicultura, dijeron, es que, estimaron, más del 70 por ciento de la madera que se emplea para elaborar los cajones para instalar las colmenas provienen de la tala ilegal, por lo que su proyecto incluye la utilización de maderas certificadas.
“Tal vez para muchas personas no sea muy representativa esa información, pero, existen otras prácticas que dañan gravemente el ambiente, por ejemplo en localidades de Puebla como Cuetzalán, hay zonas donde tienen a las abejas en una especie de ollas de barro, pero lamentablemente, para la fabricación de estas se emplea basura altamente contamientante como llantas a manera de combustible”.
Explicaron que otro de los círculos complejos en los que está inmersa la producción de la miel, es que, debido a la mercadotecnia, muchas personas buscan mieles producidas por monocultivos, por ejemplo de flor de azar o de ahuacate, la cual, aseguraron es una miel de “hemolinfa”, lo equivalente a la sangre humana, ya que se produce alejando a las abejas de su hábitat natural.
Indicaron que entendiendo estas problemáticas, a través de Abejedario instalaron 60 cajones en distintos puntos de Hidalgo, el principal en la Reserva Natural del Cerro del Tecajete en Zempoala, pero además, dijeron, a través de diversos colectivos, cuentan con otros en San Agustín Tlaxiaca y Singuilucan.
En otro orden de ideas, afirmaron que, en todo Norteamérica, incluido México, se estima que se está perdiendo cerca del 40 por ciento de la diversidad de abejas, esto, mencionaron, debido al cambio climático, así como la pérdida de sus hábitats.
“Esto es algo muy grave ya que dos de cada tres alimentos que consumimos dependen de los polinizadores”, por lo que, aseguraron que el concepto de Abejedario, nació con soluciones basadas en la naturaleza, entre estas, la instalación de colmenas en las azoteas de empresas o edificios, en donde, para evitar ataques, se emplean especies sin aguijón.
“Las abejas sin aguijón, sí tienen un aguijón, pero está atrofiado, por lo tanto, no pican. La falta de un aguijón funcional no significa que no cumplan con su función y son esta especie las que utilizamos para quienes desean tener una colmena en su empresa”.
En este sentido, indicaron que instalan colmenas bajo un parámetro ambiental para no ser invasivos con el ecosistema y se seleccionan, indicaron, bajo, estas características.
Señalaron que cada cajón tiene una colonia de 5 mil y hasta 10 mil ejemplares; sin embargo, mencionaron que, cuando hay una floración intensa y un ambiente propicio para su alimentación puede haber desde 50 y hasta 60 mil abejas dentro de una colmena.
Finalmente, indicaron que la pandemia por la Covid-19, fue un detonante para crear nuevas estrategias de mercado, entre estas, crearon, en Zempoala, una “experiencia” en la que los interesados pueden convivir con las abejas, conocer del proceso total de producción e incluso “desayunar con ellas”.