A poyarse en la agroecología permite llevar a cabo prácticas sustentables o amigables con la biodiversidad y guía para dar acceso a la tierra, al agua ya la justicia para los trabajadores del campo, descripción Mariana Benítez Keinrad, investigadora del Laboratorio Nacional de Ciencias de la Sostenibilidad (LANCIS) del Instituto de Ecología (IE) de la UNAM.
La agroecología incluye prácticas que se basan principalmente en promover interacciones biológicas y sinergias beneficiosas para los sistemas agrícolas. Esta ciencia busca “dialogar” con el conocimiento campesino de los productores agrícolas y retoma aspectos de la ecología, de la agronomía y de otras disciplinas científicas.
“También se reconoce como parte de un movimiento social campesino que reivindica la lucha por la tierra, por el agua y el territorio. En LANCIS proponemos trabajar con los campesinos no para difundir o imponer prácticas que nosotros ya tengamos, sino para experimentar con ellos diferentes prácticas y entender la ecología y el funcionamiento de los agroecosistemas ”, dijo Benítez Keinrad.
Algunas acciones son la utilización de escarabajos en el reciclaje de nutrientes, con las que científicos identificaron prácticas como el policultivo (en el cual se aprovecha el mismo suelo para sembrar especies diferentes) y el uso de variedades nativas de maíz, frijol y calabaza, entre otros, en asociación con una mayor biodiversidad de insectos.
Otra acción son los abonos verdes, una alternativa a los fertilizantes comerciales y los insumos externos, los que buscan que el sistema recupere o mantener la fertilidad de manera autónoma.
Leguminosas, en rotación o alternancia con el cultivo principal, en asociación con bacterias permiten fijar nitrógeno atmosférico y en un plazo de cinco años suelen ver cambios significativos en la fertilidad.