María Eugenia Martínez Ortiz decidió estudiar Derecho después de ser víctima de la injusticia (con los aún no esclarecidos asesinatos contra su esposo y su suegro), en un país donde el 20% de mujeres de 18 años o más reporta percepción de inseguridad en casa, en el que 10.8 por ciento de los delitos cometidos en contra de las mujeres es de tipo sexual y el 23.2 por ciento de las defunciones por homicidio de mujeres ocurren en la vivienda, según datos del INEGI.
En entrevista para El Sol de Tulancingo, María Eugenia relata que uno de los mayores inconvenientes a los que se enfrentan las mujeres víctimas de cualquier tipo de violencia, es la discriminación o negación de información dentro de los juzgados.
“No pueden ir solas las mujeres; de plano tenemos que acompañarlas. Y esto es un derecho que tenemos todos. La persona que demanda y solicita el expediente, se le tiene que dar”, asegura.
Al interrogarle lo que implica ser mujer en el gremio de abogados, con tristeza explica que la mayoría de discriminación, menospreciación y rivalidad viene principalmente de otras mujeres.
“Ser mujer no te excluye de tener conductas machistas”, reconoce, relatando que ha trabajado con compañeras abogadas que hasta culpabilizan a las víctimas de lo que les pasó, principalmente a lasque son de comunidades alejadas.
Tras preguntarle la razón por la que estudió Derecho, la voz se le quiebra al contar que en su juventud fue víctima de la injusticia y el abuso de poder.
“En el rancho donde vivía, un día entraron 13 personas a acribillar a mi esposo y a mi suegro. Cada que iba a preguntar o ver avances (de la investigación), me topaba con esos típicos machos que me decían: ‘A lo mejor usted tuvo que ver en las muertes’. Yo les decía ‘pues investígame, si soy culpable te pago’. Esa averiguación previa era de mucho dinero y no lo tuve para que se hiciera justicia”, cuenta con tristeza.
“Por eso yo juré que si Dios me permitía salir adelante, estudiar y trabajar, iba a ayudar a las mujeres como yo. El lema del despacho, ‘con o sin, se trabaja’, es por eso”, expresa retomando seguridad en su voz, con la que asevera que un título o grado profesional no exenta de actuar o tener pensamientos machistas.
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La educación es la clave para romper conductas machistas e inculcar igualdad en casa, por lo que afirma a quienes hayan sido víctimas: “La justicia no va a llegar a tu casa, tú debes de denunciar”.
Finalmente, apunta que en su labor, ocho de cada 10 casos que atiende en Tulancingo están relacionados a violencia de género, violencia contra la mujer o guardia, custodia y pensión alimenticia.