Si eres mexicano o mexicana seguramente en algún momento de tu vida has participado en fiestas para romper una piñata al ritmo del clásico "dale, dale, dale"; sin embargo, son pocas las personas que conocen el auténtico significado de esta arraigada tradición, cuyos orígenes se remontan a la antigüedad mesoamericana de nuestro país y que con la llegada de los españoles, se afianzó durante la época colonial como un objeto enteramente ligado a la religión católica.
En este sentido, luego de concretada la Conquista y en pleno apogeo de la Nueva España, los frailes agustinos utilizaban a la piñata como herramienta para evangelizar al pueblo, imprimiéndole simbolismos que iban de la mano con el catolicismo, la religión que se impuso desde los albores de nuestro país.
"Los españoles no sabían cómo explicar a los indígenas lo que era el pecado, por esa razón ocuparon las piñatas como un elemento al cuál podían dar de garrotazos. Los originarios en vez de verlo como algo malo o como un castigo, se les hizo divertido.", contó la señora Sonia, ex catequista del catolicismo.
A pesar de esto, hay que mencionar que la ruptura de la piñata se asemeja a un ritual azteca en el que se golpeaba una olla de barro para derramar una ofrenda (que generalmente era cacao), la cual se dedicaba a Huitzilopochtli, máximo patrono de esta civilización.
Con el paso de los años, a este símbolo se le agregaron siete picos brillantes que se acomodan en forma de estrella. Representan la tentación del demonio sobre los hombres, cada pico es, en este sentido, un pecado capital: ira, gula, pereza, lujuria, envidia, soberbia y avaricia.
"Cuando pasas y le pegas a la piñata significa que estás rompiendo tus pecados, pero todo eso es de índole religiosa", abundó la experta.
De igual manera existen piñatas con cinco picos: estos asemejan a la estrella de Belén que guió a los Reyes Magos rumbo al pesebre donde nació el niño Dios.
Además, los colores brillantes con los que se forra simboliza la vanidad del mundo, pues según la tradición religiosa, se creía que debía representarse de forma llamativa para que “el mal” cautive al hombre y ceda ante las tentaciones.
El palo con el que se rompe la piñata simula la fuerza con la que los hombres vencen al mal y destruyen toda la falsedad y engaño que representa el mismo y se tiene que destruir mediante golpes para quebrar cualquier tipo de tentación y así obtener los “frutos divinos", es decir, las frutas y dulces que llevan en su interior, la recompensa por vencer al pecado.
Asimismo, cuando se utiliza una venda para tapar los ojos, se hace alusión a la fe ciega en Dios con la que se destruye el mal, un momento en el que únicamente puedes guiarte por las voces de quienes acompañan el momento.
Cuando los “frutos” que vienen al interior de la piñata caen, la creencia dicta que se alcanza la esperanza y la claridad al mirar al cielo y anhelar el premio, pues todo lo recolectado se comparte con los demás. Aunque todo lo anterior obedece a fines meramente religiosos, en la actualidad ya no se quiebran piñatas únicamente en tiempo de Posadas, pues cualquier festejo principalmente infantil es buen pretexto para contar con una, a la cual no solo se le agregan dulces, también juguetes, harina, confeti o brillantina.