/ lunes 22 de julio de 2024

Saqueo en Huapalcalco: realidad que evidencia desatención social e institucional 

Si bien es una actividad ilegal y penada con cárcel, ciudadanos aún acuden a los cerros de Huapalcalco para extracción de piezas arqueológicas

Mientras las autoridades gubernamentales de los tres niveles de gobierno ignoran el decreto por el cual Huapalcalco se convirtió en Zona Arqueológica de Monumentos, persiste entre la ciudadanía una de las actividades que provoca la pérdida de mucha información sobre lo que en su momento fue este sitio, así como su legado histórico y antropológico: la excavación clandestina para extracción de piezas prehispánicas.

Esta actividad ciudadana se ha convertido con los años en un “secreto a voces”, pese a que está prohibida y sancionada por la Ley Federal sobre Monumentos y Zonas Arqueológicos Artísticos e Históricos (1972), con penas que van desde multas, hasta de tres a 10 años de prisión, ya que la extracción de bienes arqueológicos es exclusiva del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).

A consideración de Vianey Durán, especialista en restauración y conservación de arte, tal problemática deja en evidencia la falta de un plan de conservación en Huapalcalco, aunque también, es muestra de la nula conciencia social sobre los bienes arqueológicos que no son protegidos debidamente por las instituciones.

Pero el otro lado de la moneda, el de las personas que desempeñan este pasatiempo e incluso generador de economía (ya que algunas piezas se venden por redes sociales o hasta en el tianguis), evidencia que la excavación clandestina forma parte de la cosmovisión de los oriundos a Huapalcalco.

Para conocer también este punto de vista, platicamos con un ciudadano tulancinguense que tiene como “hobby” la exploración en los cerros aledaños a Huapalcalco. De forma anónima, él contó cuál es su modus operandi y qué representa para él esta actividad, misma que practica desde hace seis años aproximadamente y que deriva en una colección personal de al menos 60 piezas.

Sellos, alfarería, canicas de barro, partes de vasijas, cabezas de animales en barro y piedra, puntas de flecha, así como representaciones de guerreros tallados en piedra y barro, son algunos de los artículos que integran su acervo doméstico. Todas las conserva así como las encontró, pues reconoce que al no saber el debido proceso para limpiarlas o restaurarlas, prefiere no “meterle mano” para evitar causarles daño.

“Conocí gente de Huapalcalco porque hacía senderismo en estos cerros, esa gente encontraba piezas y pues no le daban el valor a lo que hallaban, me empecé a interesar porque vi que había mucha riqueza cultural (...) depende la temporada del año, si subes en temporada de lluvias es más fácil porque el agua deslava y hace que las piezas salgan solitas”, cuenta.

Según explica, la parte más complicada es subir a los cerros, ya que al ser un terreno rocoso, corre el riesgo de resbalar o de cortarse. Una vez que llega a la parte alta del peñasco, comienza a excavar a lo largo de ocho o diez horas.

“Ha habido días en los que no obtengo nada, pero de pronto caminando miras un tepalcate y entonces sabes que ahí puede haber cosas (...) tú puedes ir y hacerlo, no hay nadie que te diga que no lo hagas”, abunda.

De acuerdo con su testimonio, aunque es consciente del valor económico de su colección, no piensa en vender ni una pieza, pues proyecta que en algún momento, cuando Huapalcalco reciba la atención necesaria, estará dispuesto a donar sus hallazgos. Este panorama es distante, según expresó, ya que en el sitio ni siquiera hay vigilancia, o reglamento, tampoco se han remediado las pintas a la pirámide.


“Sí me han dicho que tienen valor económico, pero no es mi interés. Yo las quiero conservar y en su momento, cuando Huapalcalco tenga la verdadera importancia, pues entregarlas. Me he acercado a personas que tienen proyectos en Huapalcalco para integrarme a su plan, pero no hubo respuesta, lo toman como un proyecto solo de ellos y nada más”, concluyó.

Problema Multidimensional: Experta

La falta de atención en la Zona Arqueológica es un problema a distintos niveles, considera Durán. Denunció en primera instancia que el saqueo proviene incluso de personas interesadas en difundir la pirámide, por lo que aunque reconoce que la exploración es un factor social importante, también lo es ser consciente de las consecuencias por no hacerlo debidamente.

“Es un problema muy grande, desde el punto en que no está realmente protegida la zona, no está delimitada la perimetral y a pesar de que haya difusión, desde mi perspectiva no se ha llegado tanto desde el lado correcto para erradicar este tipo de daños y hacer conciencia de la importancia de cuidar el sitio. Empezando porque muchos de los que “promueven” la preservación de la zona tienen piezas arqueológicas y han contribuido a este saqueo”, señala.

Este saqueo, a la postre, podría generar que haya episodios del pasado de Huapalcalco, incluso de Tulancingo, que se borren de la faz histórica para siempre, pues para el estudio arqueológico se hacen investigaciones basadas incluso en cómo y dónde se encuentran las diferentes piezas.

“Es un daño significativo porque a partir de la falta de un plan de conservación en la zona considero que no se han podido investigar más a fondo los diferentes contextos del lugar. Con este saqueo constante, los bienes sufren una disociación considerable de su contexto.

Por ejemplo, para el contexto arqueológico -que se trabaja por estratos- es indispensable ir estudiando “capa” por “capa” e inclusive ponen atención en la disposición que conforma una pieza arqueológica, imagina cuanta información se pierde si en algún momento se llegase a investigar a fondo”

Durán expresa que va más allá de la parte académica y de investigación, pues al ser parte de una “normalidad” para los habitantes de la zona, se perpetúan prácticas indebidas.

“Como muchos han ejercido este saqueo, tal vez de una forma “inocente”, la gente que se ha llevado piezas incita a que otros lo sigan practicando y de esta manera continúa esa inconsciencia colectiva.

En este sentido me pregunto: a la gente que se ha llevado bienes muebles de Huapalcalco, ¿qué los motiva a tenerlos? ¿Y qué les genera?¿Cuál fue la razón para hacerlo? ¿Han conseguido algo?

Creo que tal vez es ir un poco más profundo, pero si es un problema social interesante a abordar desde la parte antropológica”, concluyó.

Fundada al menos hace 14 mil años, la ciudad de Huapalcalco fue un importante centro ceremonial de Mesoamérica. Según investigaciones de la arqueóloga pionera Florencia Müller, este sitio pudo haber sido el epicentro de una importante ruta comercial de los teotihuacanos y luego de los toltecas. Se tiene la hipótesis de que en Huapalcalco surgió la civilización, al menos en esta parte del país.

A un año de que por decreto presidencial recibió el grado de Zona de Monumentos Arqueológicos, no hay avances en cuanto a la generación de un plan integral de desarrollo que garantice su conservación, el cual debía presentarse dos meses después de la declaratoria, en agosto de 2023.


Mientras las autoridades gubernamentales de los tres niveles de gobierno ignoran el decreto por el cual Huapalcalco se convirtió en Zona Arqueológica de Monumentos, persiste entre la ciudadanía una de las actividades que provoca la pérdida de mucha información sobre lo que en su momento fue este sitio, así como su legado histórico y antropológico: la excavación clandestina para extracción de piezas prehispánicas.

Esta actividad ciudadana se ha convertido con los años en un “secreto a voces”, pese a que está prohibida y sancionada por la Ley Federal sobre Monumentos y Zonas Arqueológicos Artísticos e Históricos (1972), con penas que van desde multas, hasta de tres a 10 años de prisión, ya que la extracción de bienes arqueológicos es exclusiva del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).

A consideración de Vianey Durán, especialista en restauración y conservación de arte, tal problemática deja en evidencia la falta de un plan de conservación en Huapalcalco, aunque también, es muestra de la nula conciencia social sobre los bienes arqueológicos que no son protegidos debidamente por las instituciones.

Pero el otro lado de la moneda, el de las personas que desempeñan este pasatiempo e incluso generador de economía (ya que algunas piezas se venden por redes sociales o hasta en el tianguis), evidencia que la excavación clandestina forma parte de la cosmovisión de los oriundos a Huapalcalco.

Para conocer también este punto de vista, platicamos con un ciudadano tulancinguense que tiene como “hobby” la exploración en los cerros aledaños a Huapalcalco. De forma anónima, él contó cuál es su modus operandi y qué representa para él esta actividad, misma que practica desde hace seis años aproximadamente y que deriva en una colección personal de al menos 60 piezas.

Sellos, alfarería, canicas de barro, partes de vasijas, cabezas de animales en barro y piedra, puntas de flecha, así como representaciones de guerreros tallados en piedra y barro, son algunos de los artículos que integran su acervo doméstico. Todas las conserva así como las encontró, pues reconoce que al no saber el debido proceso para limpiarlas o restaurarlas, prefiere no “meterle mano” para evitar causarles daño.

“Conocí gente de Huapalcalco porque hacía senderismo en estos cerros, esa gente encontraba piezas y pues no le daban el valor a lo que hallaban, me empecé a interesar porque vi que había mucha riqueza cultural (...) depende la temporada del año, si subes en temporada de lluvias es más fácil porque el agua deslava y hace que las piezas salgan solitas”, cuenta.

Según explica, la parte más complicada es subir a los cerros, ya que al ser un terreno rocoso, corre el riesgo de resbalar o de cortarse. Una vez que llega a la parte alta del peñasco, comienza a excavar a lo largo de ocho o diez horas.

“Ha habido días en los que no obtengo nada, pero de pronto caminando miras un tepalcate y entonces sabes que ahí puede haber cosas (...) tú puedes ir y hacerlo, no hay nadie que te diga que no lo hagas”, abunda.

De acuerdo con su testimonio, aunque es consciente del valor económico de su colección, no piensa en vender ni una pieza, pues proyecta que en algún momento, cuando Huapalcalco reciba la atención necesaria, estará dispuesto a donar sus hallazgos. Este panorama es distante, según expresó, ya que en el sitio ni siquiera hay vigilancia, o reglamento, tampoco se han remediado las pintas a la pirámide.


“Sí me han dicho que tienen valor económico, pero no es mi interés. Yo las quiero conservar y en su momento, cuando Huapalcalco tenga la verdadera importancia, pues entregarlas. Me he acercado a personas que tienen proyectos en Huapalcalco para integrarme a su plan, pero no hubo respuesta, lo toman como un proyecto solo de ellos y nada más”, concluyó.

Problema Multidimensional: Experta

La falta de atención en la Zona Arqueológica es un problema a distintos niveles, considera Durán. Denunció en primera instancia que el saqueo proviene incluso de personas interesadas en difundir la pirámide, por lo que aunque reconoce que la exploración es un factor social importante, también lo es ser consciente de las consecuencias por no hacerlo debidamente.

“Es un problema muy grande, desde el punto en que no está realmente protegida la zona, no está delimitada la perimetral y a pesar de que haya difusión, desde mi perspectiva no se ha llegado tanto desde el lado correcto para erradicar este tipo de daños y hacer conciencia de la importancia de cuidar el sitio. Empezando porque muchos de los que “promueven” la preservación de la zona tienen piezas arqueológicas y han contribuido a este saqueo”, señala.

Este saqueo, a la postre, podría generar que haya episodios del pasado de Huapalcalco, incluso de Tulancingo, que se borren de la faz histórica para siempre, pues para el estudio arqueológico se hacen investigaciones basadas incluso en cómo y dónde se encuentran las diferentes piezas.

“Es un daño significativo porque a partir de la falta de un plan de conservación en la zona considero que no se han podido investigar más a fondo los diferentes contextos del lugar. Con este saqueo constante, los bienes sufren una disociación considerable de su contexto.

Por ejemplo, para el contexto arqueológico -que se trabaja por estratos- es indispensable ir estudiando “capa” por “capa” e inclusive ponen atención en la disposición que conforma una pieza arqueológica, imagina cuanta información se pierde si en algún momento se llegase a investigar a fondo”

Durán expresa que va más allá de la parte académica y de investigación, pues al ser parte de una “normalidad” para los habitantes de la zona, se perpetúan prácticas indebidas.

“Como muchos han ejercido este saqueo, tal vez de una forma “inocente”, la gente que se ha llevado piezas incita a que otros lo sigan practicando y de esta manera continúa esa inconsciencia colectiva.

En este sentido me pregunto: a la gente que se ha llevado bienes muebles de Huapalcalco, ¿qué los motiva a tenerlos? ¿Y qué les genera?¿Cuál fue la razón para hacerlo? ¿Han conseguido algo?

Creo que tal vez es ir un poco más profundo, pero si es un problema social interesante a abordar desde la parte antropológica”, concluyó.

Fundada al menos hace 14 mil años, la ciudad de Huapalcalco fue un importante centro ceremonial de Mesoamérica. Según investigaciones de la arqueóloga pionera Florencia Müller, este sitio pudo haber sido el epicentro de una importante ruta comercial de los teotihuacanos y luego de los toltecas. Se tiene la hipótesis de que en Huapalcalco surgió la civilización, al menos en esta parte del país.

A un año de que por decreto presidencial recibió el grado de Zona de Monumentos Arqueológicos, no hay avances en cuanto a la generación de un plan integral de desarrollo que garantice su conservación, el cual debía presentarse dos meses después de la declaratoria, en agosto de 2023.


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