Al menos 70 personas acompañaron a la familia y amigos del oficial Agustín Alvarado Morales, quien falleció la noche del viernes 16 de febrero y se desempeñaba como policía del municipio de Acatlán.
Es por ello que sus compañeros de Seguridad Pública así como de Bomberos y Protección Civil, estuvieron presentes durante las exequias e integraron el cortejo fúnebre que partió desde la parroquia de Santiago Apóstol en Tulantepec, hasta el Panteón del Refugio.
Escoltado por patrullas y motopatrullas, fue entre lágrimas y sollozos que descendió el féretro, cubierto de flores y coronado por el casco que tantas veces portó Agustín, a quien de cariño llamaban sus compañeros “Botas” o “Botitas”.
Más de 10 elementos del cuerpo policial de Acatlán integraron la guardia de honor durante la celebración religiosa, misa que por cierto se caracterizó por un silencio nostálgico, decenas de suspiros que se escapaban a los presentes y un mensaje del párroco en que recordó que la alma de Agustín encontrará descanso eterno, tal cual prometió Jesucristo.
Bajo el hostigante y quemante sol, el cortejo tardó aproximadamente media hora en llegar al camposanto del Refugio, donde uniformados prendieron sus sirenas y entraron, junto con su familia, al lugar de eterno reposo de “Botas”.
-¡Agustín Alvarado Morales!- expresó el comandante Renato.
-¡Presente!- contestaron al unísono sus compañeros, acto simbólico con el cual inició la sepultura.
Descendió el ataúd, a la vez que niños, jóvenes y adultos depositaron flores, unos hasta abrieron latas de cerveza para brindar por él: “Va esta por las que ya no nos podremos tomar”, exclamó uno de sus amigos.
Entre ellos se abrazaban, le gritaron frases de adiós, además de que consolaban a la esposa y a la madre de Agustín. Aunque es propio de los oficiales mantener a raya sus sentimientos, varios rostros no lograron ocultar bajo sus uniformes las lágrimas de una despedida.