Los Testigos de Jehová o los Adventistas del Séptimo Día erran al asegurar que el fin del mundo está cerca, aseguró el párroco de la Catedral Metropolitana de Tulancingo, Juan Bautista, pues consideró que son creencias morbosas y enfermizas para captar mayor número de fieles.
Durante la misa de una de la tarde en la sede de la Arquidiócesis de Tulancingo, celebración dedicada al Primer Domingo de Adviento y apertura del Año Litúrgico, Bautista mencionó que en dichas religiones ocasionalmente hasta se da una fecha específica para el final de los tiempos, hecho que calificó de equívoco:
“Son dados a poner fecha para el fin del mundo, en un afán de capturar a las personas por medio de creencias un tanto morbosas, enfermizas. Los Testigos han anunciado incluso fechas concretas para el fin del mundo, contrario a lo que dice el Señor. Nadie sabe el día ni la hora, lo importante es estar dispuestos al encuentro del Señor. Antes que pensar en el fin del mundo, pensemos en nuestro propio fin para el mundo", sentenció.
Por otro lado, cerca de 700 personas abarrotaron la Catedral para participar de la bendición y encendido de la Corona de Adviento, elemento del catolicismo con el que se anuncia la próxima llegada de Jesucristo, el 25 de diciembre. En ese sentido, el padre Juan explicó que la temporada de adviento debe vivirse en tres dimensiones:
“La histórica del Adviento, que sucedió cuando el pueblo de Dios esperó al Salvador anunciado por los profetas y culminó con la venida de Cristo al mundo (...) la segunda dimensión es lo que vivimos en nuestra historia como Iglesia que camina al encuentro definitivo con el Señor al final de todo; y la tercera dimensión es la preparación al encuentro con nuestro Creador, cuando él nos llame a su reino”, abundó.
Para el cierre de la misa, luego de la Eucaristía, al menos 100 personas acercaron al altar sus coronas de adviento, destacando la variedad de colores, tamaños e incluso adornos: desde nochebuenas naturales y sintéticas, hasta moños y listones. Este momento se vivió en familia, pues tanto infancias como padres, madres y abuelos alzaron sus signos de devoción para dar así por iniciada la temporada decembrina en la fe católica.