/ martes 19 de noviembre de 2024

Tula: Mujer de campo pide a autoridades permiso para continuar ventas

Así como ella, otras cincuenta sobreviven económicamente al ofertar productos del cerro 

Desde hace aproximadamente veinte años un grupo de marchantas trabajan en la céntrica calle 5 de Mayo de esta ciudad y de allí sacan adelante a sus respectivas familias.

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Rafaela Ortega Aguilar, una de las mujeres que provienen de diferentes comunidades, explicó ayer que oferta frutas y verduras de temporada cada tercer día y todo lo recolecta en el cerro y ella sostiene su hogar, ya que es viuda y tiene dos hijos aún en la escuela.

Por lo que pidió a autoridades municipales de Tula la oportunidad y apoyo de continuar trabajando en esa arteria como lo ha hecho desde hace tiempo, a pesar que tiene que aguantar las inclemencias del tiempo.

“Solo queremos que las autoridades respeten el convenio que tienen con nosotras las marchantas desde hace dos décadas y nos dejen laborar aquí en la vía pública como siempre, pues con lo que obtenemos de ventas podemos llevar el sustento a nuestras casas, ya que la mayoría somos madres solteras y también hay adultos mayores” indicó.

Aseguró que hasta el día de hoy aproximadamente cincuenta y una marchantas siguen trabajando en la mencionada arteria y son parte de un grupo vulnerable de la sociedad.

Rafaela Ortega precisó que en su caso oferta verduras y frutas, así como alimentos capeados, dulce de calabaza, chilacayote y salsas caseras, verdolagas, quelites, cenizo, haba verde, xoconostle, nopales, tunas, garambullos, chayotes y elotes y todo lo recoleta en el campo.

“Cada tercer día vengo aquí y cuando está buena la venta obtengo de entre 700 a 800 pesos que me permiten sufragar los gastos de mi casa, además de los estudios de una hija que va al Cetis y un vástago que acude a la secundaria. De mi puesto ambulante sobrevivimos económicamente los tres” refirió la entrevistada, vecina de la localidad Xiteje de Zapata.

Mencionó que es difícil la vida de las marchantas, ya que aguantan lluvia, calor y frío cada vez que acuden a la mencionada calle del primer cuadro de Tula.

“Yo voy al cerro a las seis de la mañana para recolectar los vegetales y frutos e instaló mi puesto ambulante a las nueve de la mañana y me retiró hasta las cinco de la tarde y a veces hay malas ventas, pues hoy en día todo está muy caro y la economía no alcanza a la gente” citó.

Finalizó diciendo que también acarrea leña para hervir chayotes y hacerlos dulces típicos y cuando es época de escamoles escarba hasta dos o tres metros en la tierra para sacarlos y poder venderlos.

Desde hace aproximadamente veinte años un grupo de marchantas trabajan en la céntrica calle 5 de Mayo de esta ciudad y de allí sacan adelante a sus respectivas familias.

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Rafaela Ortega Aguilar, una de las mujeres que provienen de diferentes comunidades, explicó ayer que oferta frutas y verduras de temporada cada tercer día y todo lo recolecta en el cerro y ella sostiene su hogar, ya que es viuda y tiene dos hijos aún en la escuela.

Por lo que pidió a autoridades municipales de Tula la oportunidad y apoyo de continuar trabajando en esa arteria como lo ha hecho desde hace tiempo, a pesar que tiene que aguantar las inclemencias del tiempo.

“Solo queremos que las autoridades respeten el convenio que tienen con nosotras las marchantas desde hace dos décadas y nos dejen laborar aquí en la vía pública como siempre, pues con lo que obtenemos de ventas podemos llevar el sustento a nuestras casas, ya que la mayoría somos madres solteras y también hay adultos mayores” indicó.

Aseguró que hasta el día de hoy aproximadamente cincuenta y una marchantas siguen trabajando en la mencionada arteria y son parte de un grupo vulnerable de la sociedad.

Rafaela Ortega precisó que en su caso oferta verduras y frutas, así como alimentos capeados, dulce de calabaza, chilacayote y salsas caseras, verdolagas, quelites, cenizo, haba verde, xoconostle, nopales, tunas, garambullos, chayotes y elotes y todo lo recoleta en el campo.

“Cada tercer día vengo aquí y cuando está buena la venta obtengo de entre 700 a 800 pesos que me permiten sufragar los gastos de mi casa, además de los estudios de una hija que va al Cetis y un vástago que acude a la secundaria. De mi puesto ambulante sobrevivimos económicamente los tres” refirió la entrevistada, vecina de la localidad Xiteje de Zapata.

Mencionó que es difícil la vida de las marchantas, ya que aguantan lluvia, calor y frío cada vez que acuden a la mencionada calle del primer cuadro de Tula.

“Yo voy al cerro a las seis de la mañana para recolectar los vegetales y frutos e instaló mi puesto ambulante a las nueve de la mañana y me retiró hasta las cinco de la tarde y a veces hay malas ventas, pues hoy en día todo está muy caro y la economía no alcanza a la gente” citó.

Finalizó diciendo que también acarrea leña para hervir chayotes y hacerlos dulces típicos y cuando es época de escamoles escarba hasta dos o tres metros en la tierra para sacarlos y poder venderlos.

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