/ miércoles 26 de julio de 2023

Tulancingo: El día que casi "colapsa" el cine del centro 

Una de las creencias más populares entre los tulancinguenses es la leyenda del Cine del Centro, viejo relato que parecía cumplirse una tarde de 1983

Todo mundo ubica este popular recinto de exhibición cinematográfica: en el primer cuadro del centro de la ciudad, justo frente a la imponente Catedral Metropolitana de Tulancingo y sobre la mera esquina de las calles H. Colegio Militar y Parque Juárez, encontramos el famoso Cine del Centro. Fundado el 02 de junio de 1960, este es el cine más antiguo de la región del Valle tulancinguense, uno de los tres espacios para ver películas en pantalla grande que hay en la ciudad.

Es probable que la gran mayoría de lugareños hayan entrado al menos una vez en su vida, además que es punto de referencia, de encuentro para amigos, parejas sentimentales y estudiantes. En ese sentido, es igualmente probable que si eres originario de Tulancingo, sepas que hay una leyenda que se cuenta sobre el famoso cine desde hace varios años: se dice que cuando sus salas estén completamente llenas y no quede una butaca vacía, este se colapsará fatídicamente cobrando la vida de todos los que se encuentren al interior.

Este mito urbano tiene su origen probablemente desde la década de los sesenta, luego de la fundación de este recinto. Se dice que derivado del repentino éxito que obtuvo el cine así como otros negocios del dueño, comenzó a regarse la versión de que esta persona había ido a una de las cuevas de Napateco, caverna donde supuestamente vivía el engendro del mal, el ángel caído, el mismísimo diablo.

De acuerdo con el relato popular, este exitoso empresario visitó a Satán en sus cavernas un 24 de junio, día de San Juan (fecha en la que se cree se abren ciertos portales en diferentes religiones y creencias), para solicitar ante él un acuerdo, un pacto. Este trato consistía en obtener grandes resultados financieros a cambio de un precio fatal, vidas inocentes. Fue aquí donde el diablo le dijo que obtendría lo solicitado, siempre y cuando le entregara cientos de almas a cambio y que el medio sería el cine en cuestión.

"A él le dio dinero y fortuna pero no solamente por su alma, sino que le dio instrucciones para que construyera un cine y cuando ese cine estuviera lleno de almas inocentes se iba a caer y esas almas se las iba a llevar el diablo", enuncia el relato.


1983: Año en que casi se cumple el destino fatal

Era una tarde de 1983. A la cartelera tulancinguense había llegado "Los renglones torcidos de Dios", estelarizada por la actriz del momento, Lucía Méndez. Ese día, la única sala estaba totalmente llena cuando un evento misterioso se desató. Así lo relata una persona que vivió personalmente la anécdota:

"Algo pasó en la pantalla. Cuando empiezan los créditos parecía que se incendiaba la cinta y luego se escucharon sonidos muy extraños y el cine comenzó a temblar, se cimbró todo el cine. Hubo una estampida humana, entre ellos iba yo (...) todos corrimos y todos gritaron. Era una sala enorme, al bajar las últimas escaleras yo recuerdo haber pisado a alguien que estaba tirado, yo tenía menos de diez años. No hubo nadie que muriera, todo quedó en heridos pero hubo histeria colectiva", narra el testimonio. Dicho suceso causó el llanto y el terror en los presentes, pues en ese entonces la creencia del "pacto" estaba más vigente que nunca.

"Fue ahí donde me di cuenta que la leyenda nos la sabíamos todos los que estábamos ahí, porque todos lloraban y pensaban que el cine se pudo haber caído", abunda. Después, los administradores del recinto explicaron que había ocurrido una falla en el aire acondicionado, lo que daría explicación a los ruidos fuertes que se oyeron al interior de la sala y a la sensación de vibración posterior. Con el paso del tiempo y con la remodelación del espacio, el tiempo ha dado calma a los habitantes, pues en reiteradas ocasiones el cine se llena y hasta la fecha no han ocurrido incidentes similares.

Por supuesto que la anterior versión esparcida de generación en generación y de boca en boca, no implica que así se hayan desarrollado los hechos que dieron fortuna y prestigio a una de las familias más antiguas de Tulancingo; sin embargo, hay muchas otras leyendas que involucran a personajes de poder financiero y social que en su momento fueron de gran relevancia para esta ciudad y que acrecientan el misterio de las cuevas de Napateco, cerro donde se dice vive el mismísimo diablo encarnado en un cuerpo de Macho Cabrío o como es más conocido: un chivo.


Todo mundo ubica este popular recinto de exhibición cinematográfica: en el primer cuadro del centro de la ciudad, justo frente a la imponente Catedral Metropolitana de Tulancingo y sobre la mera esquina de las calles H. Colegio Militar y Parque Juárez, encontramos el famoso Cine del Centro. Fundado el 02 de junio de 1960, este es el cine más antiguo de la región del Valle tulancinguense, uno de los tres espacios para ver películas en pantalla grande que hay en la ciudad.

Es probable que la gran mayoría de lugareños hayan entrado al menos una vez en su vida, además que es punto de referencia, de encuentro para amigos, parejas sentimentales y estudiantes. En ese sentido, es igualmente probable que si eres originario de Tulancingo, sepas que hay una leyenda que se cuenta sobre el famoso cine desde hace varios años: se dice que cuando sus salas estén completamente llenas y no quede una butaca vacía, este se colapsará fatídicamente cobrando la vida de todos los que se encuentren al interior.

Este mito urbano tiene su origen probablemente desde la década de los sesenta, luego de la fundación de este recinto. Se dice que derivado del repentino éxito que obtuvo el cine así como otros negocios del dueño, comenzó a regarse la versión de que esta persona había ido a una de las cuevas de Napateco, caverna donde supuestamente vivía el engendro del mal, el ángel caído, el mismísimo diablo.

De acuerdo con el relato popular, este exitoso empresario visitó a Satán en sus cavernas un 24 de junio, día de San Juan (fecha en la que se cree se abren ciertos portales en diferentes religiones y creencias), para solicitar ante él un acuerdo, un pacto. Este trato consistía en obtener grandes resultados financieros a cambio de un precio fatal, vidas inocentes. Fue aquí donde el diablo le dijo que obtendría lo solicitado, siempre y cuando le entregara cientos de almas a cambio y que el medio sería el cine en cuestión.

"A él le dio dinero y fortuna pero no solamente por su alma, sino que le dio instrucciones para que construyera un cine y cuando ese cine estuviera lleno de almas inocentes se iba a caer y esas almas se las iba a llevar el diablo", enuncia el relato.


1983: Año en que casi se cumple el destino fatal

Era una tarde de 1983. A la cartelera tulancinguense había llegado "Los renglones torcidos de Dios", estelarizada por la actriz del momento, Lucía Méndez. Ese día, la única sala estaba totalmente llena cuando un evento misterioso se desató. Así lo relata una persona que vivió personalmente la anécdota:

"Algo pasó en la pantalla. Cuando empiezan los créditos parecía que se incendiaba la cinta y luego se escucharon sonidos muy extraños y el cine comenzó a temblar, se cimbró todo el cine. Hubo una estampida humana, entre ellos iba yo (...) todos corrimos y todos gritaron. Era una sala enorme, al bajar las últimas escaleras yo recuerdo haber pisado a alguien que estaba tirado, yo tenía menos de diez años. No hubo nadie que muriera, todo quedó en heridos pero hubo histeria colectiva", narra el testimonio. Dicho suceso causó el llanto y el terror en los presentes, pues en ese entonces la creencia del "pacto" estaba más vigente que nunca.

"Fue ahí donde me di cuenta que la leyenda nos la sabíamos todos los que estábamos ahí, porque todos lloraban y pensaban que el cine se pudo haber caído", abunda. Después, los administradores del recinto explicaron que había ocurrido una falla en el aire acondicionado, lo que daría explicación a los ruidos fuertes que se oyeron al interior de la sala y a la sensación de vibración posterior. Con el paso del tiempo y con la remodelación del espacio, el tiempo ha dado calma a los habitantes, pues en reiteradas ocasiones el cine se llena y hasta la fecha no han ocurrido incidentes similares.

Por supuesto que la anterior versión esparcida de generación en generación y de boca en boca, no implica que así se hayan desarrollado los hechos que dieron fortuna y prestigio a una de las familias más antiguas de Tulancingo; sin embargo, hay muchas otras leyendas que involucran a personajes de poder financiero y social que en su momento fueron de gran relevancia para esta ciudad y que acrecientan el misterio de las cuevas de Napateco, cerro donde se dice vive el mismísimo diablo encarnado en un cuerpo de Macho Cabrío o como es más conocido: un chivo.


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