/ jueves 23 de noviembre de 2023

Tulancingo es tierra fértil para músicos

Además de que aquí abundan los grupos de música versátil, solistas y hasta artistas callejeros, es en la calle de Echávarri donde puede notarse que Santa Cecilia “ha sido generosa” sobre esta tierra

Aunque quizás conscientemente no lo hemos notado, Tulancingo es una tierra fértil para el arte musical. Seguramente, entre nuestros conocidos, encontremos a alguien que tenga una banda y arme toquines cada fin de semana en alguno de los bares de la ciudad; o quizá alguno de nuestros familiares tenga uno de los famosos grupos versátiles para amenizar fiestas cada ocho días. O quizás pertenezcas a un linaje de mariachis y tu familia sea de aquellas que desde hace varios años se plantan sobre la calle de Echávarri, ofreciendo sus servicios musicales a transeúntes.

“Es muy bonito caminar por esa calle, tiene su historia. Es algo muy parecido a nuestro Garibaldi (...) uno camina por Echávarri y hay gente que ofrece sus servicios al igual que los señores que cantan huapangos”, señala al respecto Lorenia Lira, cronista municipal de Tulancingo.

La realidad es que la tradición musical tulancinguense comenzó al menos desde el siglo XIX, pues de acuerdo con padrones del Archivo Municipal de esta ciudad, para aquellos años se tenía mayor registro de músicos que de otros oficios, tales como el de zapatero o panadero.

“Santa Cecilia aquí ha sido muy generosa, bendijo este valle con voces extraordinarias. Después de la llegada de José Antonio Gómez, que fue un músico que vino con el obispo de aquella época, Juan Bautista Ormaechea, hay una entrada importante de músicos, al grado de que había más músicos que zapateros (...) este músico pródigo formó toda una orquesta aquí y un coro para las misas”, abunda la historiadora.

Otro grande de la historia musical de nuestra ciudad fue Aniceto Ortega del Villar, llamado por muchos como el “Chopin Mexicano”, pues fue responsable de la composición de “La Marcha de Zaragoza”, Himno Nacional de México durante muchos años hasta que se modificó y popularizó el que conocemos actualmente.

“Es un personaje de talla nacional. Está siendo estudiado, acaba de venir un doctor que lo estudia profundamente a Aniceto Ortega desde el Conservatorio Nacional y la UNAM. Gran personaje orgullosamente de Tulancingo”

Actualmente este legado continúa gracias a la gestión académica, por ejemplo, del maestro Federico Olvera, responsable de forjar un semillero de artistas por estas regiones, entre ellos los hermanos José Luis y Raúl Ortega, mejor conocidos como Río Roma.


Aunque quizás conscientemente no lo hemos notado, Tulancingo es una tierra fértil para el arte musical. Seguramente, entre nuestros conocidos, encontremos a alguien que tenga una banda y arme toquines cada fin de semana en alguno de los bares de la ciudad; o quizá alguno de nuestros familiares tenga uno de los famosos grupos versátiles para amenizar fiestas cada ocho días. O quizás pertenezcas a un linaje de mariachis y tu familia sea de aquellas que desde hace varios años se plantan sobre la calle de Echávarri, ofreciendo sus servicios musicales a transeúntes.

“Es muy bonito caminar por esa calle, tiene su historia. Es algo muy parecido a nuestro Garibaldi (...) uno camina por Echávarri y hay gente que ofrece sus servicios al igual que los señores que cantan huapangos”, señala al respecto Lorenia Lira, cronista municipal de Tulancingo.

La realidad es que la tradición musical tulancinguense comenzó al menos desde el siglo XIX, pues de acuerdo con padrones del Archivo Municipal de esta ciudad, para aquellos años se tenía mayor registro de músicos que de otros oficios, tales como el de zapatero o panadero.

“Santa Cecilia aquí ha sido muy generosa, bendijo este valle con voces extraordinarias. Después de la llegada de José Antonio Gómez, que fue un músico que vino con el obispo de aquella época, Juan Bautista Ormaechea, hay una entrada importante de músicos, al grado de que había más músicos que zapateros (...) este músico pródigo formó toda una orquesta aquí y un coro para las misas”, abunda la historiadora.

Otro grande de la historia musical de nuestra ciudad fue Aniceto Ortega del Villar, llamado por muchos como el “Chopin Mexicano”, pues fue responsable de la composición de “La Marcha de Zaragoza”, Himno Nacional de México durante muchos años hasta que se modificó y popularizó el que conocemos actualmente.

“Es un personaje de talla nacional. Está siendo estudiado, acaba de venir un doctor que lo estudia profundamente a Aniceto Ortega desde el Conservatorio Nacional y la UNAM. Gran personaje orgullosamente de Tulancingo”

Actualmente este legado continúa gracias a la gestión académica, por ejemplo, del maestro Federico Olvera, responsable de forjar un semillero de artistas por estas regiones, entre ellos los hermanos José Luis y Raúl Ortega, mejor conocidos como Río Roma.


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