/ lunes 5 de agosto de 2024

Tulancingo: Estudiantes foráneos invierten más de 5 mil pesos a sueño universitario

Para algunos estudiantes de universidad pública en Hidalgo, es hasta imperativo trabajar en contraturno de sus horarios escolares para lograr la manutención mensual 

Al menos cinco mil pesos hasta casi los siete mil, es el precio del sueño universitario para un estudiante tulancinguense, cifra que apenas y se solventa con el salario mínimo. De acuerdo con tal medición, el salario mínimo mensual es de 7 mil 467 pesos, por lo que al considerar el costo de la educación superior, quedan menos de 500 pesos para eventualidades o gastos que garanticen el derecho a la recreación.

Por si fuera poco, los estudiantes enfrentan otro obstáculo al momento de llegar a las aulas: poca apertura de catedráticos y coordinadores de licenciatura para consideraciones con estudiantes que trabajan en contraturno para solventar sus gastos mensuales, al menos en dos licenciaturas de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo.

Para conocer esta realidad, tres estudiantes de distintas licenciaturas, contaron sus vivencias en este tópico y coincidieron que si bien el viaje diario de Tulancingo a Pachuca se traduce en casi mil 500 pesos mensuales por el costo de autobús (35 pesos por boleto), no es la mejor alternativa en muchos casos, pues deriva en cansancio e inversión de casi cuatro horas diarias únicamente en transportación.

“Considero que viajar complica toda la estancia de la universidad, en ocasiones por la carrera es necesario grabar algunas cosas, así que mi casa siempre es la opción para hacer este tipo de trabajos (...) toda la uni he vivido como foráneo, principalmente porque voy en el turno vespertino, el último camión pasa a las nueve, entonces lo más conveniente es quedarme en Pachuca pues la última clase termina a esa hora”, explicó Marco, uno de los estudiantes.

En ese sentido, explica que de renta aproximadamente se destinan mil 500 pesos mensuales, además de 500 pesos que se gastan a la semana para pasajes ($100), comida extra ($150), copias ($50), entre otros. En caso de preparar su propia comida, la factura contempla 300 pesos a la semana, para un gran total de cinco mil pesos mensuales. Este monto, sin considerar compra de ropa, traslados extraordinarios, emergencias médicas, así como actividades artísticas, culturales o de entretenimiento, que también se consideran parte de los derechos humanos y base formativa para la educación universitaria.

“Algunos pros implican que puedo vivir más relajado respecto a los tiempos, pues puedo llegar caminando a la uni, despertarme algo más tarde, igualmente para socializar con otros de mi universidad, hacer reuniones con mis amigos y en general gestionar mejor mis tiempos, además de también aprender a gestionar el dinero. Como algunos contras, podría decir que estoy alejado de mi familia, entonces en un inicio desprenderme de mi ciudad, fue complicado, pero con el tiempo me acostumbré”, abundó.

Las condiciones de vida para un estudiante foráneo en Pachuca no son precarias, pues según cuenta, “las tiendas están bastante surtidas, así que eso también es algo bueno a considerar, hay locales de comida cerca, pero personalmente me gustaba hacer de comer ahí mismo en mi casa, aunque llevar comida ya preparada ayudaba mucho a ahorrar tiempo y dinero”.

Aunque el anterior testimonio fue de un estudiante que únicamente se dedica a la universidad y actividades que deriven de su formación, el segundo caso, el de Raúl, aborda a una persona que además de estar en los últimos semestres de su licenciatura, ha desempeñado diferentes empleos desde que ingresó a la educación superior. Financia por su cuenta todos sus gastos de la escuela y asegura que si bien económicamente se sostiene, las consecuencias se reflejan en sacrificios de tiempos de descanso, de diversión o socialización.

“Desde siempre he trabajado, en OXXOs, en restaurantes, cafeterías, cualquier negocio o empresa que me dé chance de empatar los horarios de clases con los laborales. Hay unos trabajos donde te dejan trabajar seis horas, otros que son hechos para estudiantes y que aunque sí son de ocho horas, te amoldan las jornadas para que te dé justo el tiempo de ir a la escuela y salir a correr al trabajo o viceversa”, cuenta.

Su sueldo mensual es de 8 mil pesos, por lo que tiene margen para además de cubrir con una renta de 2 mil pesos, solventar sus gastos de inscripción (mil 500 pesos por semestre), alimentación y transporte, rubro que en ocasiones se dispara porque cuando se tienen jornadas vespertinas o hasta nocturnas, es imperativo regresar a casa en taxi para evitar caminar largas distancias cuando ya es de noche, aunque en este estilo de vida, el pago de taxi se considera un lujo.

“Suele complicarse, porque sí hay maestros o maestras que te dicen ‘no hay problema, puedes salirte diez minutos antes’ o te condonan la entrega de trabajos o tareas o te perdonan que no participes de ciertas excursiones académicas o trabajos en equipo que requieren horarios extraclase. Hay otros que de plano te dicen ‘piensa qué es más importante para ti, si la escuela o el trabajo’, entonces uno (se) dice, pues es que trabajo para poder estudiar”

Un tercer caso es el de Mónica, quien renta un cuarto modesto en la colonia popular Plutarco, en el que le cobran mil 300 pesos mensuales. Además de este gasto, debe contemplar al menos 80 pesos diarios que destina a transportes, comida o gastos que se presenten en la escuela. Estudiante de noveno semestre y en pleno ejercicio de su servicio social, debe usar combi o camión porque el transporte gratuito que ofrece la Universidad no pasa cerca de ahí.

Es decir: a la semana, mínimo gasta 400 pesos en transporte y comida, que subsane vendiendo dulces en contratiempo para no perder clases. Aunque pueda sonar sencillo, ella argumenta que tiene un estilo de vida apretado puesto que no recibe dinero de su madre y todos los medios para mantenerse en la escuela debe buscarlos ella.

"Está difícil, la comida de mi mamá me rinde tres días pero comiendo una vez al día. Como ando todo el tiempo en la calle, me da hambre y debo gastar pero si compro en una fonda ya se van 65 o 70 pesos, así que mejor me compro para hacer tortas así en la calle no me compro nada.", relató en entrevista.

Cabe mencionar que los casos aquí presentados no representan el plano general de estudiantes que emigran a la capital del estado para cursar una licenciatura en las escuelas superiores de la UAEH o en la Universidad Politécnica de Pachuca, o en el Instituto Tecnológico de Pachuca, que son las de orden público. No obstante, muchos estudiantes atraviesan la universidad sin acceso a becas, como sucede en dos de los anteriores testimonios. La razón: no han corrido con suerte para salir beneficiados.


Al menos cinco mil pesos hasta casi los siete mil, es el precio del sueño universitario para un estudiante tulancinguense, cifra que apenas y se solventa con el salario mínimo. De acuerdo con tal medición, el salario mínimo mensual es de 7 mil 467 pesos, por lo que al considerar el costo de la educación superior, quedan menos de 500 pesos para eventualidades o gastos que garanticen el derecho a la recreación.

Por si fuera poco, los estudiantes enfrentan otro obstáculo al momento de llegar a las aulas: poca apertura de catedráticos y coordinadores de licenciatura para consideraciones con estudiantes que trabajan en contraturno para solventar sus gastos mensuales, al menos en dos licenciaturas de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo.

Para conocer esta realidad, tres estudiantes de distintas licenciaturas, contaron sus vivencias en este tópico y coincidieron que si bien el viaje diario de Tulancingo a Pachuca se traduce en casi mil 500 pesos mensuales por el costo de autobús (35 pesos por boleto), no es la mejor alternativa en muchos casos, pues deriva en cansancio e inversión de casi cuatro horas diarias únicamente en transportación.

“Considero que viajar complica toda la estancia de la universidad, en ocasiones por la carrera es necesario grabar algunas cosas, así que mi casa siempre es la opción para hacer este tipo de trabajos (...) toda la uni he vivido como foráneo, principalmente porque voy en el turno vespertino, el último camión pasa a las nueve, entonces lo más conveniente es quedarme en Pachuca pues la última clase termina a esa hora”, explicó Marco, uno de los estudiantes.

En ese sentido, explica que de renta aproximadamente se destinan mil 500 pesos mensuales, además de 500 pesos que se gastan a la semana para pasajes ($100), comida extra ($150), copias ($50), entre otros. En caso de preparar su propia comida, la factura contempla 300 pesos a la semana, para un gran total de cinco mil pesos mensuales. Este monto, sin considerar compra de ropa, traslados extraordinarios, emergencias médicas, así como actividades artísticas, culturales o de entretenimiento, que también se consideran parte de los derechos humanos y base formativa para la educación universitaria.

“Algunos pros implican que puedo vivir más relajado respecto a los tiempos, pues puedo llegar caminando a la uni, despertarme algo más tarde, igualmente para socializar con otros de mi universidad, hacer reuniones con mis amigos y en general gestionar mejor mis tiempos, además de también aprender a gestionar el dinero. Como algunos contras, podría decir que estoy alejado de mi familia, entonces en un inicio desprenderme de mi ciudad, fue complicado, pero con el tiempo me acostumbré”, abundó.

Las condiciones de vida para un estudiante foráneo en Pachuca no son precarias, pues según cuenta, “las tiendas están bastante surtidas, así que eso también es algo bueno a considerar, hay locales de comida cerca, pero personalmente me gustaba hacer de comer ahí mismo en mi casa, aunque llevar comida ya preparada ayudaba mucho a ahorrar tiempo y dinero”.

Aunque el anterior testimonio fue de un estudiante que únicamente se dedica a la universidad y actividades que deriven de su formación, el segundo caso, el de Raúl, aborda a una persona que además de estar en los últimos semestres de su licenciatura, ha desempeñado diferentes empleos desde que ingresó a la educación superior. Financia por su cuenta todos sus gastos de la escuela y asegura que si bien económicamente se sostiene, las consecuencias se reflejan en sacrificios de tiempos de descanso, de diversión o socialización.

“Desde siempre he trabajado, en OXXOs, en restaurantes, cafeterías, cualquier negocio o empresa que me dé chance de empatar los horarios de clases con los laborales. Hay unos trabajos donde te dejan trabajar seis horas, otros que son hechos para estudiantes y que aunque sí son de ocho horas, te amoldan las jornadas para que te dé justo el tiempo de ir a la escuela y salir a correr al trabajo o viceversa”, cuenta.

Su sueldo mensual es de 8 mil pesos, por lo que tiene margen para además de cubrir con una renta de 2 mil pesos, solventar sus gastos de inscripción (mil 500 pesos por semestre), alimentación y transporte, rubro que en ocasiones se dispara porque cuando se tienen jornadas vespertinas o hasta nocturnas, es imperativo regresar a casa en taxi para evitar caminar largas distancias cuando ya es de noche, aunque en este estilo de vida, el pago de taxi se considera un lujo.

“Suele complicarse, porque sí hay maestros o maestras que te dicen ‘no hay problema, puedes salirte diez minutos antes’ o te condonan la entrega de trabajos o tareas o te perdonan que no participes de ciertas excursiones académicas o trabajos en equipo que requieren horarios extraclase. Hay otros que de plano te dicen ‘piensa qué es más importante para ti, si la escuela o el trabajo’, entonces uno (se) dice, pues es que trabajo para poder estudiar”

Un tercer caso es el de Mónica, quien renta un cuarto modesto en la colonia popular Plutarco, en el que le cobran mil 300 pesos mensuales. Además de este gasto, debe contemplar al menos 80 pesos diarios que destina a transportes, comida o gastos que se presenten en la escuela. Estudiante de noveno semestre y en pleno ejercicio de su servicio social, debe usar combi o camión porque el transporte gratuito que ofrece la Universidad no pasa cerca de ahí.

Es decir: a la semana, mínimo gasta 400 pesos en transporte y comida, que subsane vendiendo dulces en contratiempo para no perder clases. Aunque pueda sonar sencillo, ella argumenta que tiene un estilo de vida apretado puesto que no recibe dinero de su madre y todos los medios para mantenerse en la escuela debe buscarlos ella.

"Está difícil, la comida de mi mamá me rinde tres días pero comiendo una vez al día. Como ando todo el tiempo en la calle, me da hambre y debo gastar pero si compro en una fonda ya se van 65 o 70 pesos, así que mejor me compro para hacer tortas así en la calle no me compro nada.", relató en entrevista.

Cabe mencionar que los casos aquí presentados no representan el plano general de estudiantes que emigran a la capital del estado para cursar una licenciatura en las escuelas superiores de la UAEH o en la Universidad Politécnica de Pachuca, o en el Instituto Tecnológico de Pachuca, que son las de orden público. No obstante, muchos estudiantes atraviesan la universidad sin acceso a becas, como sucede en dos de los anteriores testimonios. La razón: no han corrido con suerte para salir beneficiados.


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