Luego de que Agustín de Iturbide decidió abdicar el 19 de marzo de 1823 como Emperador de México, salió de Tacubaya rumbo al exilio el día 30, en un coche escoltado por el General Nicolás Bravo a la cabeza de cincuenta soldados, llegando a la ciudad de Tulancingo la tarde del 3 de abril, acompañado de su familia y algunos amigos, de acuerdo con documentos del Archivo Histórico del Poder Judicial del Estado de Hidalgo.
A su paso por las principales calles de la ciudad, fue vitoreado por la población de Tulancingo, que acudió a verle pasar y a expresarle su apoyo. Iturbide quedó confinado a la ciudad, bajo la vigilancia de las tropas mandadas por el General Bravo en la casa de la conocida señora viuda de Valdez, por lo que ahora el pueblo la ha llamado la “Casa de los Emperadores”.
El 20 de abril, el depuesto emperador salió de Tulancingo rumbo a Veracruz, desde donde se embarcó a Europa el 11 de mayo, en cumplimiento al decreto de destierro expedido por el Congreso.
La Enciclopedia de los Municipios y Delegaciones de México, coincide que tras su renuncia a la Corona del Imperio Mexicano ofreció salir de la capital optando que su residencia estaría en Tulancingo a donde llegó el 3 de abril del mismo año.
El revuelo que causó la llegada de Iturbide a la población a pesar de que ya había dejado el trono fue incontenible. A su paso la gente gritaba “Muera el Congreso y viva el Emperador”, pronto llegó esta noticia al Congreso y dio prisa a expropiar a Iturbide. Él se retiró de Tulancingo el 20 de abril de 1823 y se embarcó en Veracruz el 11 de mayo.
Maximiliano de Habsburgo, pernoctó en la ciudad
En julio de 1863 tras el abandono de Juárez, los franceses entran a Tulancingo, mientras tanto en la capital se forma una Junta de Gobierno y una Asamblea de Notables, la primera ocupa el poder ejecutivo y está encabezada por tres personas una de ellas era obispo de Tulancingo, Juan Bautista Ormaechea, la segunda ordena que México debería de tener un emperador y le ofrece la corona al príncipe Fernando Maximiliano de Habsburgo, Archiduque de Austria.
El 12 de junio de 1864 sale una comitiva presidida por el Obispo Ormaechea a recibir al nuevo emperador Maximiliano que llegaba a la Cd. de México.
Del 30 de agosto al 2 de septiembre, Maximiliano conoce Tulancingo, alejándose en la misma casa y en el mismo cuarto donde había estado Agustín de Iturbide.
Por su parte, Lorenia Lisbeth Lira Amador cronista vitalicia del municipio de Tulancingo, aclaró que Agustín de Iturbide y Maximiliano de Habsburgo pernoctaron en Tulancingo, pero ninguno vivió como tal en la ciudad.
"En el caso de Agustín de Iturbide estuvo más tiempo con su familia, pero iban de paso, porque él iba para la costa de Veracruz, para tomar un barco que lo llevaría a Europa. El todo el tiempo estuvo intentando quedarse a pesar de que los exiliaron, lo mandaron al destierro porque en ese momento el Congreso no quería que fuera más el emperador", explicó.
"Yo pienso que estaba ganando tiempo intentando negociar para quedarse porque incluso viajaba a la Ciudad de México dejando aquí a su familia, pero finalmente el Congreso le reitera su destierro y se tiene que ir a vivir a Europa, regresó pronto, pero no sabía que el Congreso había instruido que donde lo agarran lo mataran, así como terminó fusilado el personaje que nos dio la Independencia", contó.
La cronista, destacó que la residencia de ambos fue en una lujosa casa construida en el siglo XIX, la Casa de los Emperadores. "No es de extrañarse que los presidentes y los emperadores visitarán la ciudad por la cercanía geográfica con la Ciudad de México y por ser una de las más importantes".
Señaló que en el libro, Maximiliano Intimo habla entre otras cuestiones de cómo le hizo para llegar a Tulancingo, en donde explica que tuvo que embarcarse en San Lázaro, para llegar a la orilla del Lago de Texcoco y de ahí desembarcarse, tardando para llegar un día y medio.