Como una suerte de pausa “express” a la rutina diaria y al exhaustivo movimiento propio del fin de año, miles de personas cubrieron las calles aledañas a la Villita del Centro de Tulancingo, pues fieles a su religión así como a su tradición, llegaron en compañía de sus familias para recorrer la feria patronal en honor a la Virgen de Guadalupe.
De menor tamaño si la comparamos por ejemplo, con la de Los Angelitos, a momentos parece que esta feria es más intensa, más rápida y hasta más escandalosa. Con dos días que dura, la gran mayoría de tulancinguenses se dan el tiempo de visitarla y eso se siente desde que llegamos al centro de la ciudad, pues lado a lado de las aceras corren multitudes de niños y niñas con el tradicional trajecito de manta, algunos incluso llevan una tilma con la imagen de la Morenita.
La gente también lleva flores, imágenes, playeras con estampado de la Guadalupana. Se apresuran a llegar porque a pesar de que la misa es cada hora, más o menos desde las 10 de la mañana se vuelve complicado alcanzar buen lugar. Para evitar riesgos por estampidas y también para que más fieles escuchen la Palabra en este magno día, la parroquia colocó un altar a las afueras del templo, igualmente una carpa, a fin de resguardar a los devotos de las lluvias que le han dado sello a este último mes del 2023.
Una vez que cumplen con el compromiso religioso y pasan a “felicitar a la cumpleañera” (forma amable que oímos a un papá explicar a su hijo mientras veían la imagen de la Virgen), muchos se disponen a ir con alguno de los más de 20 fotógrafos, que ofrecen un pintoresco souvenir para que jamás olvides a tus hijos vestidos como nativos del Cerro del Tepeyac. De a 40, 50, 60 y hasta 80, depende el tamaño y si es con animales que engalanan la instantánea, borregos o conejos.
Sin embargo el meollo del asunto (y de toda feria) es ir a “la tragazón”, después de todo, hoy comenzó el maratónico Guadalupe-Reyes, o lo que es igual, la temporada del año en donde se revientan camisas a botonazos, aprietan de más los pantalones y nos olvidamos del miedo a las básculas. En la feria guadalupana de Tulancingo se comen elotes, pan de fiesta, quesadillas gigantes, gorditas michoacanas, esquites, alitas, costillas, tacos y por supuesto guajolotes, plato que se ofrece por montones y que se disfruta en compañía de un vaso de buen ponche, atole o café.
La feria se levanta el día 13 de diciembre, misma fecha en que se reanuda la circulación habitual y momento en que el calendario oprime aún más fuerte el acelerador porque en un abrir y cerrar de ojos estaremos ante la Navidad y después, el inicio del 2024.