/ lunes 10 de julio de 2023

Tulancinguense Cristian Montiel, el explorador de profundidades 

El también ingeniero en telecomunicaciones de 28 años de edad encontró en la fotografía y en la apnea, un nicho para explorar su pasión mientras descubre la belleza del mundo marino.

Originario de Tulancingo, el joven Cristian Montiel es uno de los ojos fotográficos más precisos que esta tierra logró forjar; dicho talento lo expresa gracias a otra de sus pasiones, la apnea, también conocida como buceo libre o buceo a pulmón. Ingeniero por profesión, desde muy joven hizo manifiestas sus ganas por explorar el mundo, conocer nuevas experiencias y por supuesto, contar historias. Por azares del destino, fue tras un intercambio académico a Inglaterra que conoció a un empresario alemán quien sin saberlo, se convertiría en su aliado y compañero, que además lo empoderó para descubrir su senda por Tulum, Quintana Roo, tierra donde actualmente ejerce como director de marketing en una empresa de bienes raíces.

"Yo nada más iba por un mes pero me terminé quedando a vivir, es un paraíso. Llegué como videografo a la empresa y fui escalonando y ahora estoy a cargo del área de marketing. Aquí es donde empecé a nadar", cuenta Cristian. Su razón para insertarse en el mundo de la exploración acuática tiene mucho que ver con el cuidado del cuerpo y su alimentación, pues narra que llegó a Tulum pesando más de 135 kilos y con la cultura del consumo de "garnachas" bastante arraigada y sin saber cómo nadar. Respaldado por su amigo, empezó a cuidar su alimentación y a hacer ejercicio.

"Llegué a Tulum sin saber nadar, iba a las albercas y me quedaba parado. Por no querer seguir mintiendo que sabía nadar, investigué cómo hacerlo en internet, todos los días empecé a practicar hasta que le agarré la onda y salía a cenotes, poco a poco me fui enamorando de nadar. Ya tenía mi objetivo: todos los fines iba a un cenote diferente, a conocer; el mar nunca me gustó porque no me gusta el agua salada pero en cenotes el agua es dulce. Empecé a comprar mi equipo, entre más profundo el cenote más me gustaba", menciona. En este momento, supo que había descubierto una de sus pasiones más grandes que sin saberlo, se convertiría en su estilo de vida casi inmediatamente.

Fue aquí que se metió de lleno a la apnea, disciplina especializada en el buceo libre de oxígeno en tanque y que consiste básicamente en la exploración de formaciones acuáticas profundas, práctica que se cataloga también como una especie de meditación pues "hay que calmar tu corazón para no consumir tanto oxígeno y llegar más profundo. Jamás he fumado, no soy de vicios, eso me ayuda mucho para poder practicar este deporte", abundó. En sus casi tres años de ejercer la disciplina, su mayor récord es el de bajar 50 metros.

Otro de los placeres que esta rama le ha dado es conocer el velerismo, deporte acuático que se desarrolla en mar abierto. Platicó que la primera vez que se aventuró a ello, fue cuando acompañó a sus amigos por el velero a Puerto Rico. Ahí tuvo que lanzarse en altamar desde República Dominicana a México, primera vez que pasó seis días en mar abierto en un velero de 35 pies haciendo frente a olas y atravesando islas desiertas en Cuba, Jamaica, entre otros, un reto mental por el eterno sonido del oleaje y movimiento de la nave.

"Ahí conocí la profundidad marina, era más o menos de 15 metros. Se nos atoró el ancla en un arrecife y tuvimos que bajar a liberarla. Sin aletas fue complicado llegar tan profundo pero con ayuda de la cadena pude retirar el ancla para seguir con el viaje. Fue algo precioso", abundó. Fue así que un viaje pensado para dos días se extendió a una semana, pues enfrentaron también una tormenta que se presentó ante ellos al cuarto día. Entre otras vivencias, Cristian actualmente emprende viajes cada semana hasta el punto de acumular ya las 3 mil millas náuticas de experiencia en velerismo.

"En el mar tú decides tu destino, batallas mucho con tu paciencia. Si el viento no te deja, no puedes avanzar, trabajas con tu mente y es un proceso muy bonito donde puedes reflexionar, desconectarte del mundo. Cada una de las experiencias que he tenido en Tulum ha cambiado mi vida en todo sentido, no hay palabras para explicar cómo fue el proceso de 2019 a 2023, no lo esperé pero cada oportunidad que tuve la tomé y eso me ha hecho vivir experiencias que jamás hubiera imaginado", concluyó.

Actualmente, fotos y videos con las aventuras de Cristian pueden encontrarse en sus redes sociales, pues cabe destacar que también es un talentoso fotógrafo que hace uso de lentes tipo ojo de pez, grandes angulares y hasta drones para enriquecer su feed de Instagram o TikTok y mostrar las maravillas del mundo marino o hasta de Tulancingo, su tierra natal, la cual visita ocasionalmente. De hecho, recientemente sus imágenes se hicieron virales cuando logró captar por los cielos una serie de metrajes donde muestra que la Catedral Metropolitana de esta ciudad tiene forma de cruz.


Originario de Tulancingo, el joven Cristian Montiel es uno de los ojos fotográficos más precisos que esta tierra logró forjar; dicho talento lo expresa gracias a otra de sus pasiones, la apnea, también conocida como buceo libre o buceo a pulmón. Ingeniero por profesión, desde muy joven hizo manifiestas sus ganas por explorar el mundo, conocer nuevas experiencias y por supuesto, contar historias. Por azares del destino, fue tras un intercambio académico a Inglaterra que conoció a un empresario alemán quien sin saberlo, se convertiría en su aliado y compañero, que además lo empoderó para descubrir su senda por Tulum, Quintana Roo, tierra donde actualmente ejerce como director de marketing en una empresa de bienes raíces.

"Yo nada más iba por un mes pero me terminé quedando a vivir, es un paraíso. Llegué como videografo a la empresa y fui escalonando y ahora estoy a cargo del área de marketing. Aquí es donde empecé a nadar", cuenta Cristian. Su razón para insertarse en el mundo de la exploración acuática tiene mucho que ver con el cuidado del cuerpo y su alimentación, pues narra que llegó a Tulum pesando más de 135 kilos y con la cultura del consumo de "garnachas" bastante arraigada y sin saber cómo nadar. Respaldado por su amigo, empezó a cuidar su alimentación y a hacer ejercicio.

"Llegué a Tulum sin saber nadar, iba a las albercas y me quedaba parado. Por no querer seguir mintiendo que sabía nadar, investigué cómo hacerlo en internet, todos los días empecé a practicar hasta que le agarré la onda y salía a cenotes, poco a poco me fui enamorando de nadar. Ya tenía mi objetivo: todos los fines iba a un cenote diferente, a conocer; el mar nunca me gustó porque no me gusta el agua salada pero en cenotes el agua es dulce. Empecé a comprar mi equipo, entre más profundo el cenote más me gustaba", menciona. En este momento, supo que había descubierto una de sus pasiones más grandes que sin saberlo, se convertiría en su estilo de vida casi inmediatamente.

Fue aquí que se metió de lleno a la apnea, disciplina especializada en el buceo libre de oxígeno en tanque y que consiste básicamente en la exploración de formaciones acuáticas profundas, práctica que se cataloga también como una especie de meditación pues "hay que calmar tu corazón para no consumir tanto oxígeno y llegar más profundo. Jamás he fumado, no soy de vicios, eso me ayuda mucho para poder practicar este deporte", abundó. En sus casi tres años de ejercer la disciplina, su mayor récord es el de bajar 50 metros.

Otro de los placeres que esta rama le ha dado es conocer el velerismo, deporte acuático que se desarrolla en mar abierto. Platicó que la primera vez que se aventuró a ello, fue cuando acompañó a sus amigos por el velero a Puerto Rico. Ahí tuvo que lanzarse en altamar desde República Dominicana a México, primera vez que pasó seis días en mar abierto en un velero de 35 pies haciendo frente a olas y atravesando islas desiertas en Cuba, Jamaica, entre otros, un reto mental por el eterno sonido del oleaje y movimiento de la nave.

"Ahí conocí la profundidad marina, era más o menos de 15 metros. Se nos atoró el ancla en un arrecife y tuvimos que bajar a liberarla. Sin aletas fue complicado llegar tan profundo pero con ayuda de la cadena pude retirar el ancla para seguir con el viaje. Fue algo precioso", abundó. Fue así que un viaje pensado para dos días se extendió a una semana, pues enfrentaron también una tormenta que se presentó ante ellos al cuarto día. Entre otras vivencias, Cristian actualmente emprende viajes cada semana hasta el punto de acumular ya las 3 mil millas náuticas de experiencia en velerismo.

"En el mar tú decides tu destino, batallas mucho con tu paciencia. Si el viento no te deja, no puedes avanzar, trabajas con tu mente y es un proceso muy bonito donde puedes reflexionar, desconectarte del mundo. Cada una de las experiencias que he tenido en Tulum ha cambiado mi vida en todo sentido, no hay palabras para explicar cómo fue el proceso de 2019 a 2023, no lo esperé pero cada oportunidad que tuve la tomé y eso me ha hecho vivir experiencias que jamás hubiera imaginado", concluyó.

Actualmente, fotos y videos con las aventuras de Cristian pueden encontrarse en sus redes sociales, pues cabe destacar que también es un talentoso fotógrafo que hace uso de lentes tipo ojo de pez, grandes angulares y hasta drones para enriquecer su feed de Instagram o TikTok y mostrar las maravillas del mundo marino o hasta de Tulancingo, su tierra natal, la cual visita ocasionalmente. De hecho, recientemente sus imágenes se hicieron virales cuando logró captar por los cielos una serie de metrajes donde muestra que la Catedral Metropolitana de esta ciudad tiene forma de cruz.


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