Un mal diagnóstico del médico puede llevarle a confundir la hepatitis A y B con otro padecimiento gastrointestinal, y ahora se suma que es complicado identificar la hepatitis aguda grave infantil, advirtió el hepatólogo y gastroenterólogo, Raúl Contreras Omaña.
El también investigador, cuyos artículos son conocidos a nivel internacional, dijo que en los casos confirmados de la inflamación del hígado el 70% es “anictérica” (que no presenta coloración amarillenta de la piel y los ojos) y del 90% de los pacientes con ictericia “lo desarrollan a lados semanas”.
Al enlistar parte de los síntomas de una hepatitis, orina de color oscuro, cansancio, inapetencia, fiebre, náuseas y vómitos, heces pálidas, dolor abdominal (sobre el hígado) y la ictericia, algunos se pueden confundir con otro tipo de cuadro gastrointestinal, de ahí la importancia de estudios y pruebas de laboratorio, para tenerla certeza.
En cuanto a la aparición de la “hepatitis aguda grave” infantil de etiología desconocida, en la mayoría de los pacientes que se han conocido en el mundo, han sido “afebriles (sin calentura), algo de malestar, no tienen apetito y algo de nausea”, indicó.
Aunque la hepatitis no pone en riesgo la vida del infante, el pronóstico es mejor si se atiende a tiempo, por ello recomendó enfáticamente “usar medicamentos con mesura y cautela”.
Además, que en coordinación con la Secretaría de Salud de Hidalgo, la regla general es que “todos los casos se deben aislar, se debe considerar un brote y alertar al área epidemiológica, así es el protocolo”.
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Ya que las hepatitis comunes son altamente contagiosas y se pueden volver graves.
Si una diarrea tratada “no mejora en dos días y persiste la nausea, el dolor, hay que sospechar de una hepatitis”.