/ miércoles 31 de mayo de 2023

Valeria, la tulancinguense que escala montañas

Asegura que su disciplina, catalogada como uno de los deportes extremos, es una especie de “meditación en movimiento”

De 26 años de edad y originaria de Tulancingo, Valeria Animas Hurtado ha encontrado con el paso del tiempo una vía para trabajar su cuerpo y mente en una disciplina que pese a sus dificultades le permite conocerse mejor, hacer frente a sus miedos y además descubrir un montón de parajes y rincones que aunque en muchos casos están a la vista de todos, el acceso a ellos no es para cualquiera. Valeria practica escalada, un deporte extremo que cambió para siempre su manera de vivir y que ahora reconoce “es su más grande pasión”.

“La conocí (la escalada) durante la universidad. Me llevaron de cita a un centro de escalada y de primera me enamoré.

Encontré ese deporte que me quedaba como anillo al dedo; nunca fui buena para deportes de equipo pero en este, donde eres tú contra tu mente me apasionó”, así es como Vale cuenta su incursión en la práctica que aunque pareciera que no, difiere del alpinismo, pues esta última se caracteriza por llevar la disciplina a niveles más altos y en formaciones montañosas de mayor complejidad.

Fue así que desde hace casi seis años empezó a desenvolverse en el también llamado “hiking”. La pasión y la adrenalina que le hacía sentir fue tal que gracias a que el centro de práctica le quedaba cerca de su servicio social (estudió Turismo en la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla), entrenaba todos los días, cuatro o seis horas: “estaba escalando diario, aumentó mi nivel muy rápido. Me compré mis primeras gatas (calzado especial) y hasta encontré el amor, mi pareja más significativa porque nos unía mucho el amor por la montaña”, cuenta.

Sin embargo, por azares de la vida se mudó de estado y llegó a la Huasteca Potosina, donde logró la certificación como guía de turistas especializada en actividades de Ecoturismo y aventura. Además, los paisajes potosinos le permitieron aprender rappel en cascadas. Al llegar la pandemia, volvió a mudarse pero ahora a Manzanillo, en Colima, donde a falta de lugares para escalar su hambre de expediciones la llevó a incursionar en el mundo marino con pesca, surf, y hasta buceo.

Ya sea por destino o coincidencia y luego de estar también en Baja California donde recorrió toda la península y escaló cañones en Tijuana, regresó a su ciudad natal algunos meses más tarde, con ganas inmensas de escalar más y ahora en Hidalgo, estado que define como “una belleza para la escalada. Yo no lo sabía, pero iba a otros lugares y me hablaban de lo hermoso que es mi estado. De hecho, Mineral del Chico es la primer zona de escalada en México”.

“Este deporte me ha dado mucho: amor hacia mi, hacia mi cuerpo, mi mente. Entender mis miedos y esforzarme para cruzarlos. A levantarme a las 5 de la mañana para aprovechar el día, a ser resiliente, a proyectar y trabajar duro para alcanzar esas cimas pese a que hay días en que parece imposible, a compartir, a sentir pasión, a sentirme viva”, abunda.

Y es que de acuerdo con sus testimonios, treparse a la roca es un constante enfrentamiento con uno mismo y su determinación, pues implica “callar la cabeza” cuando le dice “te vas a caer, o duelen los pies, o la piedra está muy filosa”. Explicó que ocasionalmente está tan inmersa que las voces de sus acompañantes suenan lejanas e incluso le ha pasado que su concentración es tal que se olvida hasta de respirar.

Con expediciones semanales, Valeria planea continuar en su deporte el tiempo que el cuerpo le permita. Al respecto, señala que es todo un estilo de vida y no solo un hobbie, pues “comes bien para escalar mejor, te ejercitas para escalar mejor, trabajas para tener dinero para ir a escalar, para los viajes, para el equipo. Para irte a asolear, ensuciar, a que te duela el cuerpo, te salgan callos, acampes, no te bañes. Le agarras gusto al clima y hasta a hacer del baño en la montaña (ríe)”

Finalmente, aseguró que por el momento está enfocada en seguir entrenando y preparando la mente, algo que ella obtiene gracias a la yoga. En sus palabras:

“Yo definiría la escalada como meditación en movimiento. Hay que tener la mente muy calmada porque cuando la fuerza física y la mental se acaban, lo único que te lleva a la cima es lo que siempre estuvo ahí, el espíritu de escalador. El conquistarse a uno mismo.”


De 26 años de edad y originaria de Tulancingo, Valeria Animas Hurtado ha encontrado con el paso del tiempo una vía para trabajar su cuerpo y mente en una disciplina que pese a sus dificultades le permite conocerse mejor, hacer frente a sus miedos y además descubrir un montón de parajes y rincones que aunque en muchos casos están a la vista de todos, el acceso a ellos no es para cualquiera. Valeria practica escalada, un deporte extremo que cambió para siempre su manera de vivir y que ahora reconoce “es su más grande pasión”.

“La conocí (la escalada) durante la universidad. Me llevaron de cita a un centro de escalada y de primera me enamoré.

Encontré ese deporte que me quedaba como anillo al dedo; nunca fui buena para deportes de equipo pero en este, donde eres tú contra tu mente me apasionó”, así es como Vale cuenta su incursión en la práctica que aunque pareciera que no, difiere del alpinismo, pues esta última se caracteriza por llevar la disciplina a niveles más altos y en formaciones montañosas de mayor complejidad.

Fue así que desde hace casi seis años empezó a desenvolverse en el también llamado “hiking”. La pasión y la adrenalina que le hacía sentir fue tal que gracias a que el centro de práctica le quedaba cerca de su servicio social (estudió Turismo en la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla), entrenaba todos los días, cuatro o seis horas: “estaba escalando diario, aumentó mi nivel muy rápido. Me compré mis primeras gatas (calzado especial) y hasta encontré el amor, mi pareja más significativa porque nos unía mucho el amor por la montaña”, cuenta.

Sin embargo, por azares de la vida se mudó de estado y llegó a la Huasteca Potosina, donde logró la certificación como guía de turistas especializada en actividades de Ecoturismo y aventura. Además, los paisajes potosinos le permitieron aprender rappel en cascadas. Al llegar la pandemia, volvió a mudarse pero ahora a Manzanillo, en Colima, donde a falta de lugares para escalar su hambre de expediciones la llevó a incursionar en el mundo marino con pesca, surf, y hasta buceo.

Ya sea por destino o coincidencia y luego de estar también en Baja California donde recorrió toda la península y escaló cañones en Tijuana, regresó a su ciudad natal algunos meses más tarde, con ganas inmensas de escalar más y ahora en Hidalgo, estado que define como “una belleza para la escalada. Yo no lo sabía, pero iba a otros lugares y me hablaban de lo hermoso que es mi estado. De hecho, Mineral del Chico es la primer zona de escalada en México”.

“Este deporte me ha dado mucho: amor hacia mi, hacia mi cuerpo, mi mente. Entender mis miedos y esforzarme para cruzarlos. A levantarme a las 5 de la mañana para aprovechar el día, a ser resiliente, a proyectar y trabajar duro para alcanzar esas cimas pese a que hay días en que parece imposible, a compartir, a sentir pasión, a sentirme viva”, abunda.

Y es que de acuerdo con sus testimonios, treparse a la roca es un constante enfrentamiento con uno mismo y su determinación, pues implica “callar la cabeza” cuando le dice “te vas a caer, o duelen los pies, o la piedra está muy filosa”. Explicó que ocasionalmente está tan inmersa que las voces de sus acompañantes suenan lejanas e incluso le ha pasado que su concentración es tal que se olvida hasta de respirar.

Con expediciones semanales, Valeria planea continuar en su deporte el tiempo que el cuerpo le permita. Al respecto, señala que es todo un estilo de vida y no solo un hobbie, pues “comes bien para escalar mejor, te ejercitas para escalar mejor, trabajas para tener dinero para ir a escalar, para los viajes, para el equipo. Para irte a asolear, ensuciar, a que te duela el cuerpo, te salgan callos, acampes, no te bañes. Le agarras gusto al clima y hasta a hacer del baño en la montaña (ríe)”

Finalmente, aseguró que por el momento está enfocada en seguir entrenando y preparando la mente, algo que ella obtiene gracias a la yoga. En sus palabras:

“Yo definiría la escalada como meditación en movimiento. Hay que tener la mente muy calmada porque cuando la fuerza física y la mental se acaban, lo único que te lleva a la cima es lo que siempre estuvo ahí, el espíritu de escalador. El conquistarse a uno mismo.”


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