Vianey Duran, historia de una restauradora

De las pocas personas tulancinguenses que se dedican a esto, ha colaborado en preservación del patrimonio artístico, cultural y social en varias partes de México 

Octavio Jaimes

  · sábado 4 de marzo de 2023

En Tulancingo, se sabe de la existencia de al menos dos personas dedicadas a la restauración de patrimonio, una de ellas es Vianey. / CORTESÍA VIANEY DURAN

Tiene 27 años y a pesar de que apenas en 2022 terminó su licenciatura en Restauración por la Escuela Nacional de Conservación, Restauración y Museografía "Manuel del Castillo Negrete", ya participó en un amplio número de proyectos interesantes, que van desde intervención en esculturas, fachadas o ventanas; hasta manipulación de patrimonio artístico y cultural de México en sitios arqueológicos como el Templo Mayor o inclusive montaje de obras de Frida Kahlo en su Casa Azul, de Coyoacán.

Todo comenzó desde que era estudiante de la Secundaria General número tres en Tulancingo. A la edad de 14 o 15 años, Vianey Duran ingresó a una escuela de pintura en esta ciudad, donde aprendió el uso de los colores básicos y también descubrió su gusto y pasión por el arte. Después, enfocó su intelecto en la fotografía, otra de las disciplinas que la entusiasman demasiado y que incluso estudió a fondo en una academia privada en la Ciudad de México y también en la Universidad Veracruzana, de las pocas en el país que la enseñan de forma oficial. Sin embargo esta última no la concluyó, ya que fue un plan secundario al no haber quedado en su primer intento en la licenciatura que instruye el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) sobre Restauración.

Un examen consistente en tres etapas, dos de conocimientos generales y específicos sobre arte, cultura y química de materiales, además de una entrevista, es lo que aguarda para quienes opten por este camino. Y es que según cuenta, Vianey estaba convencida de estudiar algo sobre arte que involucrara también su gusto por la química. Aunque de inicio no sabía de la existencia de restauración, una de sus mentoras le platicó al respecto y desde ese momento supo que ella quería pertenecer al selecto grupo de quienes rescatan y preservan el patrimonio cultural, artístico y social no solo de nuestro país, también del mundo.

"Aquí tomamos en cuenta no sólo el contexto social e histórico de los objetos o esculturas, también el social. Es una carrera multidisciplinaria que estudia la composición química, el cómo lo hicieron, la época y también el significado para la gente que vive en ese lugar, por eso también nos enseñan de ciencias sociales. No puedes llegar a rescatar o intervenir y querer imponer, se trata de entender el significado que las personas le dan a ese objeto", expresó al respecto del núcleo de su labor profesional.

Lo que pudo ser un hecho desafortunado no lo fue tanto para Vianey, ya que aprovechó la temporada de pandemia para poder trabajar a la par de sus estudios, una carrera demandante que le exigía cubrir un horario de ocho de la mañana a ocho de la noche todos los días. Sin embargo, gracias a la virtualidad, pudo trabajar en proyectos de la coordinación de restauración del INAH e ir juntando experiencia en su ramo. Ella cuenta que a lo largo de estos años, tuvo oportunidad de colaborar en Chetumal, restaurando sitios arqueológicos; en la Ciudad de México formó parte del equipo que rehabilitó y supervisó las obras en el Templo Mayor, cuando una de las estructuras colapsó sobre la Casa de las Águilas tras una granizada.

Sin embargo, uno de sus mayores retos se consolidó cuando la invitaron a participar en el montaje de obra para el museo de Frida Kahlo, también conocido como La Casa Azul, en Coyoacán. En esta comisión, se encargó de ajustes al montaje de las pinturas de la famosa artista mexicana para mejorar su cuidado. El reto radicó en poco a poco desarrollar un sistema de preservación de pinturas, un trabajo que puso a prueba sus conocimientos en materiales y también su disposición para procesos químicos, pues para la restauración siempre se toma en cuenta la calidad de materiales, antigüedad y desarrollo de microorganismos acorde al entorno: deben estar libres de humedad, polvo o cualquier otro vestigio que pueda dañar la obra a corto, mediano o largo plazo.

Es en esta responsabilidad que también es consciente de los movimientos sociales que engloban a los monumentos o esculturas.

"Es como lo que sucede con las feministas, muchos critican que ellas rayen o destruyan, pero no toman en cuenta el impacto social que esto tiene. Los monumentos o esculturas guardan un significado, y si para la sociedad esto cambia pues esas manifestaciones son una marca histórica de la evolución, debería preservarse por el significado", expresó al respecto de la iconoclasia que se vive en días como el ocho de marzo.

Actualmente, aunque recién terminó su participación en el Museo de Frida Kahlo, está a la espera de un nuevo proyecto en México o incluso considera aplicar por una estancia en el extranjero, ya que en otros países ven con buenos ojos los conocimientos en restauración que se instruyen a través del INAH, lo que disminuye las posibles complicaciones en el campo laboral, al menos en otros países.