Grupos armados al servicio de los cárteles mexicanos se adueñan de las zonas arqueológicas de Guatemala, ubicadas en el área fronteriza con México, acusan autoridades y trabajadores de ese país. Los arqueólogos se ven obligados a interrumpir sus excavaciones y huir para que los criminales construyan carreteras o pistas clandestinas para el trasiego de droga en áreas protegidas.
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Francisco Asturias, un guardarecursos —en Guatemala así llaman a los encargados de vigilar, resguardar y proteger los recursos naturales y culturales—, contó a El Sol de México que desde hace unas semanas arqueólogos que investigaban en dos sitios arqueológicos de Petén, una vasta región selvática en la frontera con México, tuvieron que marcharse debido a las amenazas de sujetos armados que pretendían usurpar terrenos en la zona.
Según las denuncias, los sujetos custodiaban con rifles automáticos tractores con la intención de construir carreteras hacia nuestro país y talar árboles para montar pistas clandestinas. Los árboles ya estaban marcados con números para ser derribados.
Consultado al respecto, el Instituto de Antropología e Historia guatemalteco reconoció que las investigaciones arqueológicas se suspendieron en el sitio Naachtún y se prohibió el ingreso tanto de turistas como de los arqueólogos hacia los parques Mirador, Naachtún y Río Azul por temor a nuevas incursiones, aunque aseguró que ya fueron reabiertos y funcionan de manera normal.
“Hasta ahora se ha logrado que estas personas retrocedan porque hay presencia de soldados y Policía Nacional Civil (PNC), al menos en el área que nosotros resguardamos, pero las medidas de seguridad se mantienen porque no es la primera vez que esto sucede. Aunque la situación por ahora regresó a la calma, no podemos correr el riesgo de que los arqueólogos y turistas estén en los sitios arqueológicos y sean sorprendidos y amenazados por personas que dicen ser campesinos, pero que están armados y al servicio del crimen organizado”, dijo Asturias.
Como informó este diario en octubre pasado, al menos dos mil soldados, incluyendo 300 de fuerzas especiales, fueron desplegados en la frontera con México para evitar que los grupos rivales del narcotráfico que pelean territorios en Chiapas crucen a Guatemala.
Según Asturias, la situación nunca ha sido fácil para resguardar esa región, ya que desde 2023 , al menos cinco guardarecursos de diferentes entidades no gubernamentales se han unido a programas de inmigración para trabajar en Estados Unidos ante las amenazas que han recibido de grupos armados.
“La demanda de personas que quieren trabajar en el resguardo de la selva es bastante. Todos los días me llama gente que quiere trabajar aquí, pero no es fácil y se han ido compañeros porque fueron amenazados, el último se fue hace dos meses”, afirmó.
La nación centroamericana intenta blindar el paso al llamado Triángulo Dorado de la Amapola, zona que comprende los municipios de Tacaná, Tajumulco e Inxchiguán, en el departamento de San Marcos, a sólo 20 kilómetros de Chiapas. El nombre fue asignado por el gobierno de Estados Unidos luego de que se diera a conocer la existencia de inmensos cultivos de amapola.
De acuerdo con información de la Administración para el Control de Drogas de EU (DEA, por sus siglas en inglés), la siembra y cosecha de amapola en esa zona es la única opción económica para decenas de familias que procesan la planta para venderla a los cárteles mexicanos como opio crudo. Un kilo de goma se vende hasta en 70 mil dólares.
“El Triángulo Dorado de la Amapola o Guatemalteco está en un terreno en el que, por su situación geográfica y por las condiciones climáticas, es muy fértil.
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Falta tener agua para cosechar amapolas”, señala Raúl Barreno, periodista guatemalteco especialista en temas sobre seguridad y narcotráfico, quien agregó que los cárteles mexicanos penetran Guatemala “por puntos muertos” y les compran la amapola directamente a los campesinos quienes, han desarrollado sistemas de riego para cosechar la planta hasta tres veces al año.
Aseguró que el gobierno guatemalteco tiene evidencias de colaboración directa entre miembros del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) y del Cártel de Sinaloa con grupos locales. Ambos grupos delictivos se disputan el control del sur de México.