Cuando Erika y su esposo Víctor volvían a su casa luego de haber realizado la rutina diaria, encontraron a Carlos quien les apoyaba en trabajos de jardinería, junto con su pareja Guadalupe, quien realizaba el quehacer diario de la casa, con un Xbox y los cables del mismo, quienes al verlos salieron corriendo, subieron a una camioneta y huyeron del lugar.
Al entrar a la casa, la pareja se percató que no sólo era el Xbox lo que faltaba dentro de su casa, sino también dos pantallas de plasma, joyería, sillones, puertas, la cama y el colchón de su hijo, un horno de microondas, una olla exprés, zapatos, ropa, un celular, así como un juego de baño compuesto de la taza, el lavabo y pedestal, entre otras cosas.
El monto de lo robado y que se pudo comprobar alcanza los 54 mil pesos; sin embargo, una de las personas que participaron en el robo, declaró que sus objetos habían sido vendidos en un bazar que se ubica atrás de La Villita en Pachuca y una más en la colonia El Palmar, y que aproximadamente habían costado 130 mil pesos.
En la investigación se supo que la pareja de delincuentes utilizaron una camioneta de mudanza para trasladar todas las pertenencias de Erika y Víctor.
Asimismo, se supo que a la tercera persona que les ayudó a cargar las cosas, le dijeron que pertenecían a la abuelita de Guadalupe y que se las había regalado.
Por dichos hechos, Carlos quien ya ha sido sentenciados por el mismo delito, pero en el año de 2014, aceptó la responsabilidad y accedió a un procedimiento abreviado en el que le dictaron una pena de 8 años de prisión y 300 unidades de medida de pago multa, equivalente a 22 mil 647 pesos.
La jueza explicó que el delito alcanza el calificativo en primer lugar porque se cometió en un lugar cerrado, y en segundo lugar, porque se quebrantó la confianza con la dueña de la casa, hecho previsto en la ley por el cual la punibilidad es más severa.