/ lunes 1 de abril de 2024

A casi 2 años, reconstruyen iglesia en Guachochi, Chihuahua, destruida a tiros por el narco

El templo de Santa Anita, baleado hace menos de un año, fue rehabilitado para una misión de paz

GUACHOCHI. La iglesia de Santa Anita, en Guachochi, Chihuahua, fue escenario en junio de 2022, de una balacera entre facciones del Cártel de Sinaloa que dejaron su fachada derruida y un hombre decapitado a sus afueras. Hoy, el templo está reconstruido y ampliado y es parte de la labor de reconciliación social que el padre Enrique Urzúa junto a un grupo de misioneras realiza en esta zona de la Sierra Tarahumara.

Los Reyes y el del Chapo Calín son los dos grupos criminales que desde hace dos años se disputaban el control del territorio de Guachochi, sin embargo, a decir del padre Urzúa esas células delictivas se eliminaron entre sí.

La Fiscalía General del Estado (FGE) señala que la disputa por la Sierra Tarahumara es entre Reyes CG, líder de Los Reyes, y Melquiades Díaz Mesa, alias El Chapo Calín o El 13, ex socio y compadre del primero, quien murió el 28 de junio de 2023 en una emboscada.

Uno de esos lugares que sufrió las consecuencias del rompimiento entre los capos es Santa Anita, a 50 kilómetros de la cabecera municipal de Guachochi y a cinco horas de Chihuahua capital.

Te puede interesar: Filtran información de personas desaparecidas al Crimen Organizado en Chihuahua

Tras la balacera del 4 de junio de 2023 en el templo de Santa Anita, donde un grupo de criminales se refugió, motivo por el cual fue baleado, el párroco de la Catedral de Guachochi, Enrique Urzúa, se convirtió en el único medio para trasladar alimentos y bienes desde la cabecera municipal, ya que muchas personas cerraron sus negocios o abandonaron el lugar, dejando con pocas o nulas opciones a los indígenas.

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Urzúa, acompañado de las hermanas religiosas Sanjuanita y Luli, tiene la misión de restablecer el tejido social en Santa Anita. El padre recordó que cuando llegó a la comunidad tras el enfrentamiento encontró a tres niños que llevaban más de tres días sin comer, entre ellos un bebé, ya que sus padres salieron a Guachochi y ya no pudieron regresar por las condiciones de violencia, por lo que decidió llevarlos hasta la cabecera municipal.

Dijo que en aquella ocasión lo único que se respiraba era temor, nadie hablaba y las tiendas se encontraban cerradas, por lo que los indígenas no podían proveerse de alimentos. Señaló que después de ocurridos los hechos, acudió personal del Gobierno del Estado de Chihuahua, de las secretarías de Pueblos Indígenas, Desarrollo Humano y Bien Común y la de Seguridad Pública Estatal con sus respectivos titulares.


Pidió a las autoridades llevar los apoyos vía terrestre y no aérea, para que conocieran cómo es llegar al punto y las dificultades a las que se enfrentan a diario los pobladores.

Uno de los apoyos del gobierno se dio justamente en la reconstrucción del templo de Santa Anita, el cual el padre Urzúa espera sea entregado por la gobernadora Maru Campos.

Isaac Molina /El Sol de Parral


En el lugar, pese a los trabajos de rehabilitación, aún se aprecian los huecos que dejaron las balas que el 4 de junio pasado dejó el enfrentamiento.

Versiones de testigos señalan que un grupo criminal se encontraba a las afueras del templo, junto a la escuela, que por tener internet, era un punto usado por la gente para conectar sus teléfonos celulares.

Los pistoleros se percataron de la presencia de otro grupo criminal, por lo que se refugiaron en el templo. Los atacantes dispararon a la fachada, pero al entrar, se percataron que sus enemigos habían escapado, por lo que incendiaron una camioneta y dejaron el cuerpo decapitado de Claudio González Cruz, un joven de 21 años originario de la misma comunidad a quien su madre vio después de dos años de no saber de él, luego de que se había ido a la pizca de la manzana.

Hace menos de un año atacaron el templo / Isaac Molina /El Sol de Parral


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La comunidad, habitada en su mayoría por indígenas, tiene como principal fuente de ingreso el programa Sembrando Vida y cuando los beneficiarios no cultivan son asignados a reparar caminos rurales.

Aún se respira el silencio, pues a pesar de que las células de Los Reyes y del Chapo Clarín han menguado, otras toman su lugar, como la de Los Salgueiro.

GUACHOCHI. La iglesia de Santa Anita, en Guachochi, Chihuahua, fue escenario en junio de 2022, de una balacera entre facciones del Cártel de Sinaloa que dejaron su fachada derruida y un hombre decapitado a sus afueras. Hoy, el templo está reconstruido y ampliado y es parte de la labor de reconciliación social que el padre Enrique Urzúa junto a un grupo de misioneras realiza en esta zona de la Sierra Tarahumara.

Los Reyes y el del Chapo Calín son los dos grupos criminales que desde hace dos años se disputaban el control del territorio de Guachochi, sin embargo, a decir del padre Urzúa esas células delictivas se eliminaron entre sí.

La Fiscalía General del Estado (FGE) señala que la disputa por la Sierra Tarahumara es entre Reyes CG, líder de Los Reyes, y Melquiades Díaz Mesa, alias El Chapo Calín o El 13, ex socio y compadre del primero, quien murió el 28 de junio de 2023 en una emboscada.

Uno de esos lugares que sufrió las consecuencias del rompimiento entre los capos es Santa Anita, a 50 kilómetros de la cabecera municipal de Guachochi y a cinco horas de Chihuahua capital.

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Tras la balacera del 4 de junio de 2023 en el templo de Santa Anita, donde un grupo de criminales se refugió, motivo por el cual fue baleado, el párroco de la Catedral de Guachochi, Enrique Urzúa, se convirtió en el único medio para trasladar alimentos y bienes desde la cabecera municipal, ya que muchas personas cerraron sus negocios o abandonaron el lugar, dejando con pocas o nulas opciones a los indígenas.

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Urzúa, acompañado de las hermanas religiosas Sanjuanita y Luli, tiene la misión de restablecer el tejido social en Santa Anita. El padre recordó que cuando llegó a la comunidad tras el enfrentamiento encontró a tres niños que llevaban más de tres días sin comer, entre ellos un bebé, ya que sus padres salieron a Guachochi y ya no pudieron regresar por las condiciones de violencia, por lo que decidió llevarlos hasta la cabecera municipal.

Dijo que en aquella ocasión lo único que se respiraba era temor, nadie hablaba y las tiendas se encontraban cerradas, por lo que los indígenas no podían proveerse de alimentos. Señaló que después de ocurridos los hechos, acudió personal del Gobierno del Estado de Chihuahua, de las secretarías de Pueblos Indígenas, Desarrollo Humano y Bien Común y la de Seguridad Pública Estatal con sus respectivos titulares.


Pidió a las autoridades llevar los apoyos vía terrestre y no aérea, para que conocieran cómo es llegar al punto y las dificultades a las que se enfrentan a diario los pobladores.

Uno de los apoyos del gobierno se dio justamente en la reconstrucción del templo de Santa Anita, el cual el padre Urzúa espera sea entregado por la gobernadora Maru Campos.

Isaac Molina /El Sol de Parral


En el lugar, pese a los trabajos de rehabilitación, aún se aprecian los huecos que dejaron las balas que el 4 de junio pasado dejó el enfrentamiento.

Versiones de testigos señalan que un grupo criminal se encontraba a las afueras del templo, junto a la escuela, que por tener internet, era un punto usado por la gente para conectar sus teléfonos celulares.

Los pistoleros se percataron de la presencia de otro grupo criminal, por lo que se refugiaron en el templo. Los atacantes dispararon a la fachada, pero al entrar, se percataron que sus enemigos habían escapado, por lo que incendiaron una camioneta y dejaron el cuerpo decapitado de Claudio González Cruz, un joven de 21 años originario de la misma comunidad a quien su madre vio después de dos años de no saber de él, luego de que se había ido a la pizca de la manzana.

Hace menos de un año atacaron el templo / Isaac Molina /El Sol de Parral


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