Tijuana.- Periódico en mano, con la página de la sección de clasificados a la vista, Felipe rememora el momento en que fue entregado a la autoridad migratoria mexicana. Era la una de la mañana, estaba en una pequeña sala llenando un formulario y le habían sido entregados un burrito y un café, para quitarse el hambre, luego de varias horas de no probar nada de alimento.
Han transcurrido siete años desde la última vez que estuvo en México, antes de cruzar sin documentos a Estados Unidos.
Los planes no salieron bien. Tras un lustro difícil, pero que le permitía mandar algunos dólares a sus familiares, el originario de Cárdenas, Tabasco, fue sorprendido por La Migra y devuelto desde Seattle, donde residía, hasta la frontera entre Tijuana y San Diego.
Las tres horas que duró el vuelo de Washington al sur de California contrastan con los varios días que le tomó llegar en autobús y tren a la frontera. En el principio de la década pasada juntó sus ahorros para emprender el camino hacia la ciudad sede de empresas como Microsoft, Amazon y Starbucks. Con nostalgia recuerda la sensación de seguridad con la que vivía en la “ciudad esmeralda”.
“Se ve diferente, allá andas muy libre y de repente llegas aquí (Tijuana) y el cambio es muy fuerte, la calle sucia y te dicen que no salgas porque te pueden asaltar. Se batalla porque no conoces a nadie, la moneda no es lo mismo, te tienes que andar cuidando, no de la gente, sino de la Policía.
Aquí traes dinero y te lo quitan”, expresa el hombre que ronda los 45 años de edad.
Óscar, otro repatriado, confiesa: “Tenía miedo a ser deportado por la noche. Si Tijuana en el día es peligroso, por la noche más todavía”.
La Casa Migrante se ha convertido en la salvación de los cientos de deportados por la noche en Tijuana; ahí corren menos riesgo de ser víctimas de la delincuencia y extorsión.
“Muchos llegan muy tarde porque es la táctica del gobierno de Estados Unidos para molestar más a la gente. Es un shock para ellos porque la mayoría nunca ha venido a Tijuana, y llegar a las 10 de la noche con todo lo que han escuchado es un poco difícil”, comenta el director del recinto, Patrick Murphy.
El titular del Instituto Nacional de Migración de Baja California, Rodulfo Figueroa, ha descartado deportaciones nocturnas pues ponen en peligro la integridad de los connacionales. Afirma que el convenio con Estados Unidos establece como hora límite para recibir a migrantes deportados las 21:59 horas; no obstante, admite que la mayoría de las repatriaciones se registra entre las 17:00 y 20:30. Luego de ser recibidos, les toma entre 45 y 60 minutos completar el formulario que acredita su regreso al país.
Figueroa desestima que con el retorno de más de cuatro mil migrantes centroamericanos se descuide la atención a connacionales.
“Hacemos un esfuerzo adicional para que eso no ocurra”, remarca.