/ jueves 8 de marzo de 2018

Mujeres indígenas emprendedoras

Grupo de artesanas crea su propio hotel y ahora genera fuentes de empleo y da charlas

CUETZALAN, Pue.- Juanita, María Petra, Joaquina, Cristina, Teresa, Florencia, Dolores y Rufina tomaron el riesgo de ir contra los usos y costumbres de sus comunidades. Desde 1985 respondieron al impulso de una estudiante que les invitó a agruparse para trabajar de manera conjunta y, ahora, son parte de un colectivo de 100 mujeres indígenas empresarias que aprovecharon la vocación turística de la región norte del estado.

El Hotel Taselotzin es su creación y la muestra de que, en equipo, se hacen mejor las cosas.

Todas artesanas, hace más de tres décadas no tenían otra meta que ser amas de casa en riesgo de sufrir violencia económica, pero desde la fundación de su colectivo Masehual Siumej Mosenyolchicauani ellas crean fuentes de trabajo, hacen vínculos con universidades, e incluso dan charlas para mostrar que hay limitantes educativas que se eliminan aprendiendo, riesgos de violencia que se impiden, y condiciones de vulnerabilidad que se dejan atrás.

En entrevista con El Sol de Puebla, parte de las integrantes de la agrupación ejemplifican que el Día de la Mujer se vive todos los días desde que fundaron el colectivo, pues les ha dado oportunidades de saber leer y escribir, de conocer otros lugares, de preparar a sus compañeras, dar de comer a sus hijos, no perder su identidad y no tener que salir de sus comunidades para tener una vida digna.

Muestran que ser mujeres, indígenas y vivir a treshoras de la capital poblana, no son impedimentos para empoderarse y dejar atrás pobreza, violencia, desempleo, que sus antepasados vivieron.


DÉCADAS DE ESFUERZO

A lo largo de los últimos 33 años, mujeres han entrado y salido del colectivo. Algunas han muerto por la edad. Pertenecen a él, indígenas de seis comunidades distintas.

Juanita Chepe explica que al inicio solo se organizaron para vender sus artesanías a un mejor precio, pues como trabajadoras independientes, se limitaban a ser ambulantes o a que algún “coyote” les comprara su mercancía a bajo costo, para revenderla, aumentándole el precio.

Por ello, las mujeres decidieron hacer caso al consejo de la alumna de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), quien les dijo que sus bordados podrían salir de Cuetzalan para ir a otras regiones de Puebla y del país.


AYUDA MUTUA

La ideología de las mujeres del colectivo no implica dejar atrás a sus esposos o a sus hijos, sino incluirlos como parte de los proyectos productivos que surgen día a día.

Dolores es una integrante del grupo, con ocho hijos y separada de su marido. Ella agradece formar parte del colectivo, pues sin él, sus hijos no hubieran podido seguir sus estudios, y hubieran tenido que abandonar sus sueños.


NO DEJARÁN DE LUCHAR

Actualmente, el colectivo de Cuetzalan tiene a 100 integrantes, de las cuales 55 son accionistas de proyecto del hotel. Ellas reciben utilidades anuales. Dicen que todavía es insuficiente porque también van haciendo reinversiones, para dar mejor servicio al público.

La lucha no cesa para ellas. Ya tienen el hotel pero en últimos años han tenido que enfrentar a trasnacionales que quieren trabajar en Cuetzalan con una subestación hidroeléctrica y con proyectos mineros.

Y es que dicen que en caso de permitir esos proyectos, el protagonismo de la naturaleza y las ventajas de la misma, se perderían para los habitantes y turistas. Temen que el agua se contamine, que los bosques sequen y que los lugareños contraigan enfermedades por el exceso de contaminantes.

Por ello, el colectivo seguirá la lucha, desde cualquier posición y por todos los objetivos que se presenten en el camino.

CUETZALAN, Pue.- Juanita, María Petra, Joaquina, Cristina, Teresa, Florencia, Dolores y Rufina tomaron el riesgo de ir contra los usos y costumbres de sus comunidades. Desde 1985 respondieron al impulso de una estudiante que les invitó a agruparse para trabajar de manera conjunta y, ahora, son parte de un colectivo de 100 mujeres indígenas empresarias que aprovecharon la vocación turística de la región norte del estado.

El Hotel Taselotzin es su creación y la muestra de que, en equipo, se hacen mejor las cosas.

Todas artesanas, hace más de tres décadas no tenían otra meta que ser amas de casa en riesgo de sufrir violencia económica, pero desde la fundación de su colectivo Masehual Siumej Mosenyolchicauani ellas crean fuentes de trabajo, hacen vínculos con universidades, e incluso dan charlas para mostrar que hay limitantes educativas que se eliminan aprendiendo, riesgos de violencia que se impiden, y condiciones de vulnerabilidad que se dejan atrás.

En entrevista con El Sol de Puebla, parte de las integrantes de la agrupación ejemplifican que el Día de la Mujer se vive todos los días desde que fundaron el colectivo, pues les ha dado oportunidades de saber leer y escribir, de conocer otros lugares, de preparar a sus compañeras, dar de comer a sus hijos, no perder su identidad y no tener que salir de sus comunidades para tener una vida digna.

Muestran que ser mujeres, indígenas y vivir a treshoras de la capital poblana, no son impedimentos para empoderarse y dejar atrás pobreza, violencia, desempleo, que sus antepasados vivieron.


DÉCADAS DE ESFUERZO

A lo largo de los últimos 33 años, mujeres han entrado y salido del colectivo. Algunas han muerto por la edad. Pertenecen a él, indígenas de seis comunidades distintas.

Juanita Chepe explica que al inicio solo se organizaron para vender sus artesanías a un mejor precio, pues como trabajadoras independientes, se limitaban a ser ambulantes o a que algún “coyote” les comprara su mercancía a bajo costo, para revenderla, aumentándole el precio.

Por ello, las mujeres decidieron hacer caso al consejo de la alumna de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), quien les dijo que sus bordados podrían salir de Cuetzalan para ir a otras regiones de Puebla y del país.


AYUDA MUTUA

La ideología de las mujeres del colectivo no implica dejar atrás a sus esposos o a sus hijos, sino incluirlos como parte de los proyectos productivos que surgen día a día.

Dolores es una integrante del grupo, con ocho hijos y separada de su marido. Ella agradece formar parte del colectivo, pues sin él, sus hijos no hubieran podido seguir sus estudios, y hubieran tenido que abandonar sus sueños.


NO DEJARÁN DE LUCHAR

Actualmente, el colectivo de Cuetzalan tiene a 100 integrantes, de las cuales 55 son accionistas de proyecto del hotel. Ellas reciben utilidades anuales. Dicen que todavía es insuficiente porque también van haciendo reinversiones, para dar mejor servicio al público.

La lucha no cesa para ellas. Ya tienen el hotel pero en últimos años han tenido que enfrentar a trasnacionales que quieren trabajar en Cuetzalan con una subestación hidroeléctrica y con proyectos mineros.

Y es que dicen que en caso de permitir esos proyectos, el protagonismo de la naturaleza y las ventajas de la misma, se perderían para los habitantes y turistas. Temen que el agua se contamine, que los bosques sequen y que los lugareños contraigan enfermedades por el exceso de contaminantes.

Por ello, el colectivo seguirá la lucha, desde cualquier posición y por todos los objetivos que se presenten en el camino.

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